miércoles, 2 de octubre de 2013

TODO LO QUE USTED NUNCA QUISO SABER DE LA MOSCA DE LA FRUTA

Aviso: imagen y texto pueden resultar desagradables. Además el texto es asaz largo y puede producir somnolencia/irritación/desapego emocional.

Se conocen dos tipos de selección sexual. Aquella a la que estamos acostumbrados es la que hace referencia a la competición entre machos por el favor de la hembra de una especie: selección sexual tal y como el ateo nihilista (victoriano misógino) Darwin la entendió. Pájaros compitiendo con su canto, ciervos embistiéndose con sus cuernos, casuarios haciendo gala de sus crestas, motardas practicando acrobacias en un polígono industrial en novelas de Federico Moccia y cosas así, mientras las hembras observan, toman medidas y eligen. Técnicamente esto se conoce ahora como Selección Precopulatoria.

Existe otro tipo de selección. O parece existir si hacemos caso de los balbuceos de los biólogos evolutivos, que como todo el mundo sabe son gente mala que niega la dimensión espiritual/religiosa del ser humano y se refocila en el materialismo más vil. Dicha selección es incluso más machista, ruin y desagradable que la anteriormente mencionada, y se denomina Selección Poscopulatoria. Cuidado ahora: el asunto se vuelve realmente sucio. (No esperen cosas románticas de los tipos que inventaron la eugenesia y le dieron argumentos a Adolf Hitler; y no se olviden de su machacona insistencia en la idea absurda de que provenimos del mono).

Las bestias de la Creación más inmundas, feas y reptantes (artrópodos, arácnidos, gasterópodos, crustáceos y demás, así como los vertebrados menos favorecidos por los dones de la belleza, la armonía holística y la comunión con Gaia como son los anfibios y los lagartos reptilianos de ojos fríos y escamosa piel) practican este tipo de selección. Dicha selección se produce después de la cópula y tiene lugar en el interior de la hembra que ha copulado con más de un macho. Y hace uso de un abanico de ardides que repugnarían hasta al marqués de Sade.

Estos ardides son básicamente dos: A) muchas hembras de los grupos de monstruos que hemos mencionado son capaces de almacenar el esperma de los diversos machos con los que han copulado y “escanear” el ADN del mismo, buscando los genes más apetecibles. De este modo maximizan las posibilidades de concebir unos hijitos con una buena dotación genética, o en otras palabras, eligen con mucho cuidado el fenotipo de sus hijos. A esto se llama en la literatura pornográfica Elección Críptica de la Hembra. B) Los machos, a su vez, suelen practicar la asquerosidad llamada Heteromorfismo Espermático. ¿En qué consiste esta aberración? Pues en que junto con esperma normal , producen otros espermatozoides dotados de venenos químicos, defensas físicas como púas o ganchos microscópicos y otras cosas cuya función es entorpecer y/o destruir los espermatozoides de los machos competidores. Un útero convertido en campo de batalla: ¿dónde está el amor? ¿Dónde la ternura? ¿Por qué os empeñáis en quitarle todo asomo de sentido y espiritualidad a mamá Naturaleza, biólogos reduccionistas hijos de puta?

Los biólogos evolucionistas soberbios y descreídos adoran la selección sexual poscopulatoria porque consideran que es un factor vital a la hora de explicar muchos fenómenos de especiación. Verán ustedes, ellos no creen que Dios diseñó bondadosa e inteligentemente las cosas vivas. Creen que éstas surgieron al buen tuntún de una especie de baba primordial (o de una fumarolas que lanzaban gases podridos hace eones o de cuencos de arcilla o de rayos que impactaban sobre burbujas de grasa: imaginación no les falta a estos descerebrados). Y también creen que las especies no son entidades inmutables, sino que cambian gradualmente durante millones de años formando otras especies como quien no quiere la cosa. Eso es la especiación. Dicen, por ejemplo (ja, ja, ja) que hace unos cuatro millones de años (¿y cómo saben qué fue hace cuatro y no dos o diez o ayer por la mañana?) hubo un simio peludo y estúpido que se bifurcó en dos ramas: una de las ramas acabó convirtiéndose en los divertidos y adorables chimpancés (que no son tan divertidos ni tan adorables) y la otra… ¿en nosotros! Increíble. Increíble y abyecto.

Bueno, la imagen de abajo se supone que ilustra la selección poscopulatoria en acción. Muestra dos tipos de esperma (uno de ellos marcado con una sustancia radiactiva para que brille y se pueda ver por el microscopio), pertenecientes a dos machos de dos especies próximas del morfotipo de la mosca de la fruta, en el canal genital de una mosca de la fruta hembra de una tercera especie. Las moscas de la fruta tienen mucha variabilidad: muchas especies fenotípicamente muy próximas entre sí. Según los obsesos enfermos de la Universidad de Syracuse (EEUU) que perdieron el tiempo y gastaron nuestro dinero en observar esta guarrada, luego se observó que la hembra expulsaba por el ano el esperma de uno de los machos, por lo visto tras hacer un poco de Elección Críptica de L’Oreal Porque Yo Lo Valgo. Los antes mencionados cabrones aducen que la hembra se encarga de seleccionar el fenotipo más compatible con su propia especie, para así aumentar las posibilidades de producir mosquitas de la fruta viables. Por supuesto, estas mosquitas muy bien podrían ser (si seguimos las elucubraciones del equipo de desalmados anglosajones protestantes hasta su tenebroso final) el germen de una nueva especie de mosca de la fruta.
 
 

¡PUAJ!

O al menos eso es lo que he entendido al leer por encima (tapándome la nariz y con posterior exorcismo) el impío artículo “científico” (sí, claro) titulado “La selección sexual poscopulatoria genera fenotipos de nuevas especies en Drosophila”. Si quieren conocerlo (honestamente no se lo aconsejo) lo encontrarán en http://www.cell.com/current-biology/abstract/S0960-9822(13)00975-5?switch=standard

¿Comprenden ahora hasta qué extremos con capaces de llegar estos energúmenos en sus intentos de asesinar nuestra alma?

La visceral cerdada que lamento obligarles a contemplar procede de io9.com