Está sosteniendo un murciélago de la fruta en las Filipinas. Y SONRÍE The featured creature |
Nota 2: esto va a ser una mierda reverenda no sustentada por evidencias científicas.
Se dice que una especie
o varias especies distintas de murciélagos de la fruta de África Central son
los reservorios del virus Ébola que tanto está dando que hablar (y que está
matando gente en cantidades nunca vistas para dicho virus). La idea es que en
la verde y pútrida selva que orilla el cenagoso río Ébola (tributario del río
Congo/Zaire) vuela furtiva una rata voladora que tiene el bicho, pero que no
muestra síntomas de la enfermedad por ebolavirus... y que es capaz, de vez en
cuando, de hacer que el bicho infecte a otros diseños del Supremo Hacedor, que
sí la desarrollan. Y cuando esto pasa,
cosas muy malas ocurren (tasa de mortalidad del brote de Ébola en la República Democrática del Congo en 2002-2003: noventa por ciento, dicen en Sálvame Pandemia). La idea da como
un poco de repelús, ¿no están de acuerdo?
CDC |
Hay algo inquietante y bizarro con respecto a estas criaturas, los murciélagos. Parece que los murciélagos esconden en su seno todo tipo de virus. Como si fueran juntos de la mano. Como si fueran uña y carne. Una lista no exhaustiva incluye: la puta rabia, el virus Hantaan, el virus Nipah, el coronavirus del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), nuestra vieja conocida la gripe, el virus Hendra, el virus de la encefalitis equina japonesa, el virus Bangui, el... bueno, basta. Los murciélagos parecen ser los amables caseros de un número desproporcionado de virus hijoputas viejos y virus hijoputas nuevos, y aquí tienen una lista de 2006 por si lo dudan (páginas tres y cuatro).
Los expertos en virus murcielaguiles descubren
un nuevo virus murcielaguil cada puta semana, o eso parece. Por poner un
ejemplo, en 2013 un equipo de zoólogos y ecólogos practicó análisis genéticos
al cariñosamente apodado zorro volador de la India, que es un enorme murciélago
de pelo marrón y grandes alas como de
cuero raspado cuyo nombre linneano es Pteropus giganteus. Una cosa de lo más
espeluznante, sobre todo por sus grandes ojos de demonio del infierno. Tiene
garras, saben. Aunque como hijo de mamá Natura merece nuestra admiración. En fin, el equipo encontró cincuenta y cinco virus solamente en esa rata (gigante) voladora en particular.
Y lo mejor de todo es que de esos 55 virus, solamente se conocían 5. Los otros cincuenta era la primera vez que aparecían en secuenciadores de genes humanos: eran secuencias de ácidos nucleicos piratas nuevos para la virología. De aquí se pueden deducir locamente dos cosas. Una, que la lista de virus hospedados por murciélagos de 2006 se va a quedar obsoleta muy pronto.
Y lo mejor de todo es que de esos 55 virus, solamente se conocían 5. Los otros cincuenta era la primera vez que aparecían en secuenciadores de genes humanos: eran secuencias de ácidos nucleicos piratas nuevos para la virología. De aquí se pueden deducir locamente dos cosas. Una, que la lista de virus hospedados por murciélagos de 2006 se va a quedar obsoleta muy pronto.
Dos: se conocen unas
mil doscientas especies de murciélagos. Son los mamíferos más diversificados y
versátiles del planeta Tierra. Dentro del conjunto de los seres vivientes
peludos y que amamantan a sus crías, su número solamente es superado por el
número de roedores, el otro clado mamífero de más éxito (sí, sabemos que las mujeres
y los hombres somos los mamíferos de más éxito: estamos hablando de pura fuerza
bruta biológica, no de número de sonetos compuestos o bombas nucleares
fabricadas. Pedimos perdón). Y en algunas zonas del mundo, el número de
murciélagos supera al número de ratas y afines, como ocurre por ejemplo en las
cumbres volcánicas cercanas al cenagoso río Ébola, cumbres horadadas por cuevas
en las que apelotonan millones y millones de murciélagos. Y además vuelan. Si
consideramos un murciélago como una especie de caja sorpresa negra y fea y
alada que esconde dentro uno o varios (o docenas) de virus, ¿imaginan la
cantidad de posibles candidatos a Virus Apocalíptico de Satán que pueden estar
agazapados en todos esos millones y millones de cajas? ¿Virus que ni siquiera
conocemos? Ostras, es una idea que merece un editorial de Iker Jímenez pero ya
mismo.
Haeckel: Chiroptera (Kuntsformen der natur, placa 67) |
1. La postura No Es
Para Tanto, Co.
2. La postura Alerta
Roja: Matad a Todos los Murciélagos con un Bate o Ellos nos Matarán a Nosotros.
Los partidarios de la
primera postura dicen que no hay nada especial en los murciélagos. Para esta
gente cualquier mamífero o ave puede transmitir una enfermedad viral a
cualquier otro mamífero o ave dependiendo de las circunstancias y obedeciendo
las caprichosas reglas de las zoonosis. El hecho de que los murciélagos estén
detrás de una sospechosa cantidad de epidemias graves o gravísimas entre nosotros los
humanos obedece a una mera cuestión de número: hay muchos murciélagos. Y suelen
estar cerca de los humanos. Dicen que si examináramos a emúes, perezosos,
bisontes o chochas de agua con el mismo interés con el que examinamos a los
murciélagos no sería sorprendente encontrar multitud de virus nuevos y
crujientes asociados a esos animales y muchos otros.
Será muy cuco, pero a lo mejor transmite la peste |
Según la revista Wired,
Linfa Wang es el chinorris que más sabe en el mundo acerca de la ecología de
las enfermedades infecciosas relacionadas con las mascotas de Batman y por lo
visto está muy cerca de otorgar a estas alimañas un estatus especial. Los
murciélagos, según Wang, son muy proclives a generar epidemias de alto impacto
y para los virus sus entrañas son como un parque de atracciones que nunca quieres dejar porque te lo pasas de puta madre. ¿Y por
qué? Llega la hora de aburrir a saco, de hablar de ADN y biología evolutiva y
otras mierdas científicas de los cojones, y tampoco es que lo hayamos entendido
muy bien, pero creemos que la tesis de Linfa, bonito nombre por Dios, puede ser
tal que así:
A groso modo, el genoma
de un murciélago es bastante parecido al de cualquier otro mamífero, lleve
pantalones o no. Pero parece que los murciélagos expresan ese genoma de una
forma muy suya y bastante outré. Lo más raro de todo es que los genes del ADN
de los murciélagos que expresan las proteínas que se encargan de reparar el ADN
producen muchas más de estas proteínas que en otros mamíferos. Se cree que esto
se debe a algún tipo de presión evolutiva, quizá relacionado con el alto ritmo
metabólico de los murciélagos (son unos cabrones muy inquietos). Wang y sus
colegas van más allá: piensan que estos genes siempre están expresando factores
de reparación en los murciélagos, mientras que en el resto de mamíferos solamente
arrancan cuando se declara una amenaza.
Las amenazas
principales para el ADN mamífero son los tumores y los virus.
Hay evidencia (aunque
anecdótica) de que los murciélagos raramente desarrollan cánceres. Si vamos un
poco más allá, tenemos que, si es cierta la paranoia de Linfa Wang, los
murciélagos, debido a una presión selectiva, han mejorado sus sistemas de
reparación de ADN hasta el Nivel Puto Amo. Dado que la mayoría de los virus
actúan rompiendo el ADN del huésped y metiendo su propio material genético en
su primordial ansia de replicarse ad infinitum, el sistema de reparación
ultramejorado de los murciélagos no les deja hacer de las suyas. Un virus en un
murciélago difícilmente proliferará. Y si no prolifera no causará síntomas de
enfermedad. Y su hospedador volante estará feliz como una perdiz... pero con la
capacidad de transmitir alguno de sus virus colegas de cuando en cuando por
medio de cagadas, por ejemplo. Los murciélagos cagan mucho. Es así.
Pero, ¿por qué hostias
es tan eficiente el sistema de reparación de ADN de los murciélagos? ¿Por qué
evolucionó en un primer momento esa asombrosa capacidad a través de los eones
de tiempo? Por el ritmo metabólico alto, decíamos. Pero, ¿por qué ese ritmo
loco? Linfa y otros expertos creen que la respuesta está en el vuelo. Volar no es fácil, sobre
todo para una criatura con los requisitos fisiológicos y metabólicos de un
mamífero. La idea es que el sistema de reparación de errores en el ADN de los
murciélagos surgió por selección natural como una adaptación al modo de vida
aleteante de estas bestias, y más tarde se reveló ideal (por azar o por necesidad)
para contener las infecciones víricas. Ahondemos
un poco más. El proceso no es unidireccional. Los virus de los murciélagos no
se están quietecitos, existen en un ambiente hostil a su proliferación.
Y los virus únicamente quieren proliferar, son así de proactivos y orientados
al objetivo, de modo que también sufren una fuerte presión selectiva y con el
paso de los eones de tiempo van desarrollando estrategias cada vez más pérfidas
para intentar sortear las trabas a la Santa Replicación. Se produce una loca
carrera entre genomas en la que cada bando intenta adelantarse. A saber que
barbaridades bioquímicas se habrán ideado por ambos lados en el trascurso de
esta "coevolución". Y así llegamos a lo que nos interesa. En
ocasiones, dice Wang, este escenario puede ampliarse. Externalizarse. Si ocurre
que los virus de murciélago acaban traspasando la barrera de las especies vía
mierda infectada en comida para monos o como sea, y acaban en un huésped
no-murciélago, se empezará a mascar la tragedia.
Porque tenemos un virus
muy cabrón y escurridizo especializado en burlar las defensas de un mamífero
que no conoce las normas de cohabitación ¡porque no vuela! Tenemos el jodido virus
Ébola. Para este micromonstruo acabar con el sistema inmune de un primate tiene
que ser como jugar una partida al Solitario Spider en Muy Fácil. Es para
pincharse y no sangrar. Es BIZARRO.
"La culpa fue de los murciélagos" |
Desde luego, todo lo
anterior es una paja mental de Linfa Wang y sus cuates: la epidemia de Ébola
como un acontecimiento marginal en el baile eterno entre los murciélagos y sus
virus, o entre los virus y sus murciélagos, o como cojones sea. No hay
evidencias sólidas. Se han encontrado anticuerpos y genes de Ébola en
murciélagos oriundos de las cenagosas orillas del río homónimo, pero ¿y qué? También
hay anticuerpos en los puercoespines. Probablemente no sea así la cosa. Habrá
que investigar más o cerrar el laboratorio y largarse a la Antártida. Sí. Será
de otra forma: nuestra ciencia miope no será nunca capaz de destejer el
delicado, milagroso tapiz de la Vida. El Ébola pudo ser originado en un tupper
con robellones sobrecalentados, o a lo mejor ni existe. Hakuna Matata.
Y POR FAVOR, NO SALGAN A SUS BALCONES Y TERRAZAS AL ANOCHECER ARMADOS DE ESCOBAS PARA EXTERMINAR A TODOS LOS MURCIÉLAGOS QUE PILLEN.