martes, 23 de julio de 2013

EVENTOS LUMINOSOS TRANSITORIOS

Los Eventos Luminosos Pasajeros o descargas súper atmosféricas o relámpagos retardados (más conocidos por sus siglas en inglés, Transient Luminous Events o TLEs) son luces que se ven los cielos cuando hay tormenta y son raras de cojones. Hablemos de ellos.

Aunque había meteorólogos que predijeron ya en los albores del siglo XX que en las regiones superiores de la atmósfera es muy probable que se den fenómenos eléctricos en el transcurso de las tormentas, lo cierto es que la comunidad científica pasaba del tema. Se supone que uno cree en lo que ve, y ningún científico que se preciara de serlo había visto nada más raro que un rayo en bola (que ya es raro). Y así se quedó la cosa, pese a que de vez en cuando pilotos militares que volaban a gran altitud sobre los cumulonimbos negros decían haber visto luces extrañas ahí arriba, destellos enormes con aspecto de medusas rojizas, rayos horizontales azulados y acumulaciones parpadeantes de bolitas luminosas, entre otras fantásticas figuras. Dichos fenómenos se caracterizaban por su rapidez: aparecían y desaparecían en un parpadeo y uno no siempre estaba seguro de haber visto algo en realidad. No les hicieron caso y los informes solían acabar en los cónclaves de los ufólogos, que los interpretaban como objetos voladores no identificados, probablemente las luces de posición de una nave nodriza de Zeta del Retículo.

Hasta que en 1989 unos científicos de la Universidad de Minnesota que estaban probando un nuevo tipo de cámara grabaron accidentalmente un extraño y enorme destello muy por encima de las nubes y se quedaron con cara de ababol.

Espectro Rojo disipándose.
Fuente: Wired Science

Amigos, la atmósfera de la Tierra se divide en varias capas. Según la temperatura, estas capas se llaman, ordenadas según su proximidad a la superficie, troposfera, estratosfera, mesosfera y termosfera. Digamos que la troposfera acaba a unos diez kilómetros de donde está usted sentado leyendo esta mierda, y entonces empieza la estratosfera, que termina a unos cincuenta kilómetros, y después la mesosfera, que alcanza más o menos los cien kilómetros, y ahí está la mesosfera, que en teoría termina allá donde los astronautas de la Estación Espacial Internacional hacen el gilipollas en gravedad cero. Dato: los fenómenos eléctricos por todos conocidos y que se llaman rayos ocurren en la troposfera. Fin del rollo.

Bien, lo que sea que grabaron ocurrió más o menos a la altura de la mesosfera, a unos ochenta kilómetros por encima de sus cabezas, y duró centésimas de segundo. Fue descrito como una gigantesca explosión de luz de la que manaban por la parte inferior estrechas estructuras relampagueantes. Los estudiosos del cielo no tardaron en hacerse con cámaras de alta velocidad, capaces de registrar eventos muy, muy transitorios, y enfocarlos a las alturas. Hay que tener en cuenta que incluso  una cámara capaz de registrar unos mil frames por segundo (fps) se pierde cosas (la cámara que registró el primer TLE tenía esa velocidad, que es unas dieciséis veces superior a la de las cámaras de vídeo convencionales). Actualmente se emplean aparatos que pueden registrar 10000 fps para estudiar los TLE. En fin, tal y como ocurrió con el telescopio, que abrió los ojos a la humanidad a las maravillas y horrores del universo, y con el microscopio, que hizo lo propio con los secretos del universo interior, ahora la técnica revelaba un nuevo bestiario de fenómenos desconocidos.

Tipos de TLEs
Fuente: Wikipedia

La primera luz mesosférica se bautizó como "Espectro", y muy pronto surgieron variantes: tenemos también los "Duendes" y los "Chorros". Y los Chorros se dividen a su vez en "Bujías azules" y "Chorros Gigantes". Parecen unos nombres bastante curiosos para tratarse de asuntos científicos, pero el consenso general coincidía en el hecho de que era necesario dar un nombre al nuevo fenómeno que fuera solamente descriptivo. No podía ser un nombre que aludiera a sus mecanismos causales porque dichos mecanismos causales no se conocían. Eso es ser sincero. Y además términos como Espectro o Duende dan una idea del carácter fugaz y numinoso de estos "flashes ópticos evanescentes", por citar las palabras de los investigadores del Laboratorio de Muy Baja Frecuencia de la Universidad de Stanford que se encargan de estudiarlos (entre otras muchas instituciones académicas de todo el mundo).

(a) Primer Espectro grabado en vídeo (1989); (b) Primer Espectro
grabado en color (1995); (c) Primer Duende grabado en vídeo (1992);
(d) Una de las primeras grabaciones de una Bujía Azul (1995);
(e) Una de las pocas imágenes de un Chorro Gigante (2002).
Fuente: Universidad de Stanford

Los Espectros pueden adoptar varias formas, incluida la de Medusa Alienígena Gigante, son de color rojo, azul o verde pálido, frecuentemente se ven precedidos por un halo rojizo, y abarcan amplias porciones del cielo (entre cincuenta y ciento cincuenta kilómetros). Son los TLEs más frecuentes (se han visto decenas de miles de veces), surgen en la mesosfera y en ocasiones están implicados en la caída a tierra de globos estratosféricos de investigación. Aparte de eso son bonitos e inofensivos espectáculos extravagantes de los cielos. Los Duendes proceden de la palabra inglesa elves y "elves" es el acrónimo en inglés de Emissions of Light and Very Low Frequency Perturbations from Electromagnetic Pulse Sources (no, no me apetece traducirlo). Un Duende típico (se han visto muy pocos, y siempre desde el espacio) tiene el aspecto de un enorme grumo de luz de unos 300-400 kilómetros de anchura, puede que sea de color rojizo, y vive durante más o menos un milisegundo. Y los Chorros (o Jets), al contrario que los Espectros, se proyectan desde la cúspide de las nubes de tormenta y se extienden, adoptando la forma de un cono estrecho, unos cincuenta kilómetros hacia arriba o más. Siempre son de un brillante azul, pero se despliegan de dos maneras: las Bujías Azules son cortas y de vida muy breve; y los Chorros Gigantes son mucho más grandes y gruesos, y pueden aparecer en parejas (aunque sólo se han visto ocho de éstos desde que se descubrió el primero en 2001) y viajar a velocidades superiores a los 50000 metros por segundo. Los meteorólogos sospechan que las Bujías son Chorros Gigantes abortados, y que los átomos de nitrógeno tienen que intervenir ya que cuando se excitan al chocar con electrones arrojan una línea de espectro de ese precioso color azul. Aparte de eso, poco más se sabe sobre los TLEs, y la cháchara sobre electrones, pulsos electromagnéticos y plasma ionizado marea.

Si tienen la suerte de ver un Espectro Rojo pidan un deseo.



lunes, 22 de julio de 2013

EL EXTRAÑO CASO DEL DOCTOR DAMASIO Y MÍSTER GAGE

- Doctor, aquí hay trabajo de sobra para usted.
PHINEAS GAGE A SU MÉDICO
 
Un sistema complejo intentando entenderse a sí mismo: eso hacemos cuando intentamos entender la mente. Usamos la mente para entender la mente: ¿qué absurdos, qué círculos viciosos, qué trampas, qué chorradas grandes como pianos nos acechan en este empeño fútil? La mente es la Última Frontera de la Ciencia; el Misterio Final; lo Absoluto Incognoscible; y una buena excusa para usar mayúsculas pomposas. No son pocos los que han intentado resolver el problema de la mente y la consciencia y toda la pesca, y todos han sido tragados por el abismo de la paja mental. Estos héroes y heroínas se conocían en tiempos pasados con los nombres de filósofos, pensadores o eruditos. Ahora los conocemos como los neuroplastas de los cojones (o neurocientíficos).
 
"El alma está por aquí, donde señalo con el lápiz"
 
Examinemos ahora una de las mejores ventanas (con los cristales sucios) que jamás hemos tenido para mirar el interior del Secreto de la Conciencia, de mano de un pobre tipo al que se le clavó una barra de hierro en la puta cabeza y un neuroplasta portugués con canas en el pelo. Todos los que se interesan en las movidas de la Mente conocen esta historia: es algo así como la Pretty Woman de las ciencias neurológicas. No vamos a descubrir petróleo precisamente, pero ¿acaso no queda genial decir cosas sobre la Mente en un puñetero blog?
 
1. 13 DE SEPTIEMBRE DE 1848, EN LAS CERCANÍAS DE CAVENDISH (VERMONT, ESTADOS UNIDOS).
Ese aciago día, un capataz de la construcción llamado Phineas Gage sufrió un accidente. La versión canónica es que estaba colocando cargas de dinamita en una roca que atravesaba el camino de la pista que estaba ayudando a construir para luego tender vías de ferrocarril: su objetivo era mandar la roca a tomar por culo. En esos tiempos, el procedimiento para volar rocas en pedazos era hacerles un agujero con una broca, llenar el agujero de dinamita, poner una generosa cantidad de arena sobre el explosivo y luego introducir una barra de hierro para compactar la mezcla y concentrar el efecto del chupinazo. Gage usaba una barra maciza de hierro que pesaba unos cinco kilos y tenía más de un metro de largo. Y tres centímetros de anchura. Bien, el día en cuestión algo salió mal, muy mal. Se supone que Gage no atendió como debía al proceso de voladura (quizá porque un compadre le llamó e hizo que se distrajera) y la roca explotó antes de tiempo.
 
La barra de hierro salió disparada: atravesó la mejilla izquierda y la base del cráneo de Phineas Gage, penetró la parte frontal de su cerebro (lo que ahora se llama lóbulo frontal), salió de su cabeza, voló unos treinta metros y acabó clavada en el camino.
 
Phineas Gage se desmayó.
 
Así es: nuestro amigo no la palmó. Una barra le había taladrado la cabeza dejando un túnel en su cerebro, pero no murió (ni perdió el ojo izquierdo: la barra pasó a escasos dos centímetros de allí). Los acontecimientos posteriores nos dan una idea de lo recios que eran los capataces de la construcción de la Norteamérica del siglo XIX. A los cinco minutos ya estaba charlando con sus compañeros desde la carreta en la que le transportaron al hotel en que se alojaba. Según todos los testigos, que incluyen un párroco que se acercó por si era necesaria la extremaunción, Gage parecía perfectamente normal, pese a que se le podían ver los sesos por el agujero que tenía en la frente. Una vez en el hotel, Gage aguardó a su médico, el doctor Harlow, departiendo amigablemente con el señor párroco, algunos compañeros que usaban el incidente de la barra para escaquearse, el dueño del hotel y otro médico, de nombre Williams. Cuando Harlow hizo acto de presencia, ambos médicos estuvieron un rato admirando el agujero en la cabeza de Gage: uno de ellos introdujo el índice de su mano derecha en la frente del herido y el índice de la mano izquierda en la mejilla desgarrada, y comprobó que los índices se tocaban en el interior de la cabeza de Gage. Después se pusieron manos a la obra, cosiendo, reuniendo trozos de hueso y drenando sangre mientras Gage aguantaba el tirón y un empleado de la funeraria pasaba por allí para tomarle las medidas.
 
Vistas de la calavera de Phineas Gage,
y la calavera junta a la barra.
Catálogo fotográfico del Museo Warren de Anatomía, 1870.
Fuente: wikipedia
 
Es cierto que Phineas estuvo a punto de morir, pero no a resultas de su tête à tête con la barra de hierro, sino a causa de la terrible infección que siguió a las variadas y bastante repugnantes cirugías craneales a las que fue sometido por los matasanos. También perdió la vista en el ojo izquierdo pero, caray, podía caminar, contar chistes y trabajar. Un milagro del Señor o poco menos. Una vez recuperado, sus amigos de la obra le regalaron la barra de hierro, que habían conservado en una barraca como si fuera una especie de recuerdo de las putas ferias o algo así. En los anales se conserva el testimonio del párroco, reverendo Freeman, sobre la barra: afirma que, pese a haber sido lavada, "todavía se notaba como grasosa". Ecks.
 
2. "EL EQUILIBRIO ENTRE SUS FACULTADES MENTALES Y SUS INSTINTOS ANIMALES ESTÁ ALTERADO".
Estas palabras del doctor Harlow resumen el aspecto de la trágica historia de Phineas Gage que hace que los neurólogos saliven de alegre expectación todavía hoy. Y es que la personalidad del capataz cambió radicalmente después del accidente. Antes de la maldita barra Phineas había sido un tipo responsable, trabajador, amistoso, paciente, abstemio y sereno: una persona cabal, que se decía entonces. Después, era todo lo contrario: impaciente, irresponsable, borrachín, dado a soltar tacos y exabruptos, aficionado a apostar en las carreras de caballos y las peleas de perros, mal compañero e "incapaz de terminar cualquier cosa que empezaba". La barra que lo había transformado se convirtió en su talismán mientras rebotaba de empleo en empleo. Nunca se separaba de ella. Durante unos meses se ganó la vida en el circo de P. T. Barnum: por diez centavos se levantaba la piel de la herida y dejaba que la gente le mirase el cerebro. Murió en San Francisco, el 20 mayo de 1860, tras una serie de lamentables peripecias. Le enterraron abrazado a la barra de hierro.
 
Daguerrotipo de Phineas Gage, con su barra
Fuente: wikipedia
 
El doctor Harlow había seguido las vicisitudes vitales de Gage en la medida de sus posibilidades y se olía que ahí había un caso médico digno de estudio. A la muerte de Gage se puso en contacto con la familia y tras unos cuantos ruegos logró que exhumaran al capataz y se hizo con la calavera agujereada en 1867. Una vez tuvo ese patético resto mortal en su poder, se dedicó a exponer su teoría frenológica: la barra había destrozado las regiones cerebrales de Gage que albergaban los órganos de la Benevolencia y la Veneración, que él pensaba que estaban en el lóbulo frontal izquierdo cruelmente atravesado. Su razonamiento científico podría resumirse así: "estoy seguro de que en el lóbulo frontal izquierdo reside algo, lo que sea, que determina que alguien sea un buen tipo que no se gasta los cuartos en ginebra. He aquí un cráneo con esa zona agujereada. El hombre cuyo cerebro albergaba este cráneo pasó de ser una bellísima persona a convertirse en un tipo que se gasta los cuartos en ginebra. Luego la zona en cuestión alberga el espíritu de la Benevolencia y la Veneración. Q.E.D.". Los críticos de la frenología se lanzaron sobre Harlow como hienas hambrientas, y los defensores de la frenología la defendieron como topos rabiosos; mientras tanto otros doctores de todo el mundo exponían sus propias teorías y contrateorías y ocurrencias. Unos decían que Gage no debería poder hablar tras el accidente, otros que sí. Algunos decían que la barra había destruido el "orden jerárquico" de impulsos nerviosos en el cerebro de Gage, liberando las instancias más primitivas y animales de la conducta, y otros decían que de eso nada, monada. La cuestión es que el extraño caso de míster Gage servía para apoyar, confirmar o refutar la teoría de la mente  que estuviera de moda en un momento dado. Phineas Gage de Vermont se ha convertido en el tótem de los neuroplastas con el paso de los años, en el nombre mágico que pronuncian a todas horas los hechiceros con escáneres y los profanadores de cerebros, algo que puede dar verosimilitud a cualquier respuesta loca o loquísima a la Gran Pregunta. Pero su pobre calavera no dice nada.
 
Diagrama frenológico: la Benevolencia y la Veneración las tenemos en la frente.
Fuente: wikipedia 
 
 
3. EL PORTUGUÉS TIENE LA PALABRA.
Antonio Damasio es un neuroplasta de origen portugués (actualmente trabaja en Iowa) que en un libro bastante popular y muy bien escrito, titulado El error de Descartes, coge la historia de Phineas Gage y la adapta al modelo neurológico que impera hoy en amplios círculos del esoterismo cerebral. Tal y como indica el título, también es un apasionado ataque (en la medida en que un tratado sobre los misterios del cerebro escrito por un médico puede ser apasionado) al filósofo René Descartes y lo que se ha venido en llamar su dualismo mente-cuerpo. Y también es un intento de mostrar una Teoría Total sobre la Mente y la Consciencia que en última instancia, como todas las demás, no convence a todo mundo, y quién sabe si no será sustituida por otra.

Antonio Damasio
 
 El quid del argumento de Damasio es que hay personas, como Gage y otros señores y señoras que ha estudiado en su práctica clínica y en las profundidades ignotas de la literatura médica, que tras sufrir una lesión traumática o una infección o un tumor en una zona del cerebro situada en o cerca de los lóbulos prefrontales adoptan un síndrome llamado (jo jo jo) la matriz Gage. La matriz Gage, además de ser uno de los escasos epónimos de la medicina que no llevan el nombre de un médico sino de un paciente, consiste en un asombroso abanico de síntomas. Que se pueden resumir en: las personas que sufren esa desgracia mantienen su capacidad intelectual intacta (pueden sumar y restar, entender El error de Descartes y hablar con la suegra) pero presentan un importante déficit emocional. Como si fueran ultracuerpos o el señor Spock. La relación de todo esto con Descartes es que, hasta donde he llegado a comprender, Damasio niega que haya algo así como dos sustancias en nosotros, una puramente física y otra puramente mental,  sino que ambas coevolucionaron de forma compleja en el transcurso de los eones y se mantienen unidas por los gráciles puentes que son las emociones y los sentimientos. Las lesiones de los lóbulos prefrontales y las lobotomías y hacer caso a ese gañán de Descartes derriban esos puentes. Las emociones y los sentimientos son los módulos que usa la mente para monitorizar el cuerpo. Y la consciencia humana es el resultado de toda esa interacción maravillosa y extraordinariamente compleja, aunque la verdad es que en este punto me pierdo. Sepan que las emociones y los sentimientos están hoy muy presentes en el discurso neuroplástico, así que por lo general las ideas de Damasio han sido aplaudidas, y aprovechadas por charlatanes de todo tipo que hacen el agosto poniendo el prefijo neuro- a sus frascos de aceite de serpiente.

La invasión de las personas con déficit emocional
 
Pero no. En el libro hay errores metodológicos que lo convierten en ciencia, por lo menos, sospechosa. No pretendemos decir que Damasio sea un listillo vendedor de humo, al contrario: si existe un neurocientífico respetable, es él. Pero todos nos equivocamos.  Como ocurre con todos los intentos de introducir a Phineas Gage, su barra y su curiosa conducta en un marco absolutamente exhaustivo, que lo intenta explicar todo. En primer lugar, Damasio altera sutilmente la anécdota del accidente y la posterior vivencia de Gage para que se amolde a su discurso. Lo que se llama jugar con los hechos. En segundo lugar, el síndrome que postula, la matriz Gage, es un cajón de sastre que no sólo incluye lesiones prefrontales, sino otros tipos de lesiones en otras partes del cerebro, en plan sírvase usted mismo. En tercer lugar, la supuesta matriz Gage es demasiado variada en su sintomatología: algunos pacientes se vuelven irascibles y apostadores compulsivos, otros se hacen tímidos y reservados, otros se quedan mudos, etcétera. Y si los cimientos de la teoría de Damasio sobre la mente tienen estas grietas, ¿qué se puede pensar acerca de sus conclusiones?
 
Phineas Gage sigue siendo un enigma que te cagas, al igual que la mente de todos nosotros. Miren la calavera. ¿No les parece que se está riendo? El último que apague la luz.

domingo, 21 de julio de 2013

HELLO TOXO

Hoy hablaremos largo y tendido de gatos. ¡Los gatos son tan cuquis! Dénse una vuelta por la red de redes y acabarán atiborrados de gatos: fotos de gatos, youtubes de gatos, memes de gatos, frases de gatos, filosofía de gatos, gatos bailando, gatos haciendo caca, gatos besando a perricos, gatos tirando de la cadena del váter, gatos Chewbacca, gatos Spock, gatos haciendo purr, purr, gatos paseando por la teclas de un piano, gatos haciendo kickboxing, gatos, gatos, gatos. Es como si una parte de nuestro cerebro, una parte noña y desnortada, se activara automáticamente ante la mera mención, atisbo o visión de un puto gato, convirtiéndonos en zombis amorosos que sonríen como gilipollas. O por lo menos, eso les pasa a algunos de nosotros. Otras personas prefieren entregar su corazón a los perros, los loros, las pirañas o las boas constrictoras albinas. La capacidad humana para entregar su corazón a otras criaturas no tiene límites y es una de nuestras características más bonitas como especie biológica.
 
¡Ohhhh qué mono el gatito francotirador!

 
Pero la biología a veces es una cabrona muy rara.
 
Porque también hablaremos de Toxoplasma gondii, un pequeño ser (protozoo) que no es tan mono como los gatos (de hecho, parece una ameba), pero que viene al caso porque infecta gatos y puede causar toxoplasmosis en sus amantes dueños de dos patas. La toxoplasmosis es una enfermedad leve por lo general, aunque puede complicarle mucho la vida si usted es un gato, un feto, un toxicómano o una persona con el sistema inmunitario dañado. La principal vía de transmisión del toxoplasma entre gatos y personas son las cacotas y el pis de los gatos, así que se recomienda a las mujeres embarazadas que no se acerquen a los cajoncitos de arena donde los reyes de la casa hacen sus cositas, porque pueden ser verdaderos criaderos de microbios asquerosos. Un dato más: se calcula que entre un tercio y un cincuenta por ciento de la población mundial ha contraído toxoplasmosis en algún momento de su vida: en un elevado porcentaje uno ni siquiera se da cuenta de que tiene el bicho. Unos números impresionantes que convierten a nuestro amigo Toxoplasma en un pequeño y ubicuo hijo de puta. También se han detectado microbios de Toxoplasma en muchos otros mamíferos: monos, murciélagos, ballenas, elefantes, osos hormigueros, cerdos hormigueros, tigres de Bengala, perezosos, roedores de todo tipo y procedencia, koalas y malditos ornitorrincos. Señalen ustedes cualquier cosa con pelo, glándulas mamarias y sangre caliente: probablemente ha tenido el toxo, lo ha tenido o lo va a tener.
 
Y también ataca a las gallinas.
 
¿Qué hace Toxoplasma cuando accede al interior calentito de la sangre mamífera? Por lo general, nada hasta el cerebro y empieza a formar quistes en la amígdala. Una vez allí se dedica a proliferar a base de clonarse como si no hubiera un mañana. Puaj, pensarán ustedes. Esto había empezado bien, con gatitos, y acaba con microbios que viven en los sesos. ¿Es que no hay nada bello en este mundo nihilista? Pero es que eso no es todo.
 
Quistes de T. gondii en el cerebro de una persona
(a la izq. y centro, color champiñón).
Fuente: Facultad de Medicina de Utah
 
 
Ojalá fuera todo.
 
La amígdala (una glándula con forma de almendra) es una parte del cerebro que según los neurocientíficos se encarga de regular el procesamiento de las emociones. Y esto arroja inquietantes resultados. Los roedores, por ejemplo, si tienen una generosa población de Toxoplasma pasándolo pipa en sus amígdalas, empiezan a comportarse de una manera extraña. Concretamente, se sienten atraídos de forma irresistible por el pis de gato. De hecho, es como si se volvieran adictos al pis. Si hay un gato u otro felino merodeando en las cercanías, se vuelven como locos y corren a los lugares donde el gato o felino ha hecho pis. Bueno, todos sabemos con exactitud cuál es la relación ecológica entre roedores y felinos. Los felinos se comen a los roedores. Si analizamos el asunto desde el punto de vista del tercer participante de este drama de la naturaleza (el Toxoplasma), veremos que de alguna forma el bicho logra manipular las querencias de los roedores para hacerles amar el pis de los gatos, sus enemigos eternos, y llevarles hasta el lugar preciso donde unas mandíbulas llenas de dientes afilados en un cuerpo grácil y ronroneante los maten y mastiquen. Dado que los Tres Mandamientos de los Roedores son: 1. Teme a los felinos, 2. Nunca te acerques a un Felino y 3. Si ves a un Felino huye y escóndete en el primer agujero que veas, esto significa que el toxo es capaz de hacerles actuar en contra de su instinto ancestral.
 
Pero, ¿por qué? ¿Por qué hace esto Toxoplasma, la diabólica ameba manipuladora de cerebros? No se sabe con certeza, pero un descubrimiento reciente puede arrojar algo de luz. Y es que el parásito generalmente se reproduce de manera asexual: hace copias de sí mismo por medio de la fisión celular. De cada Toxoplasma con sus aproximadamente ocho mil genes salen otros dos, ambos con esos ocho mil genes, idénticos par de base a par de base. Pero atención: por lo visto, en el intestino de los felinos Toxoplasma se reproduce sexualmente. Y que se sepa, sólo hace eso en el intestino de los felinos. Nadie sabe por qué precisamente ahí y la verdad es que nadie quiere saberlo. Una explicación es que por medio de la reproducción sexual el pequeño protozoo puede elevar sus apuestas en la danza de la selección natural, produciendo hijitos con un genoma distinto al de sus papás y ocasionalmente generando Toxoplasmas con mayores posibilidades de supervivencia que los que son producto de la fría y aburrida clonación. Pero, en serio, ¿POR QUÉ HA DE SER EN EL INTESTINO DE UN GATO?
 
Sí: para Toxoplasma, el estómago de un gato significa fiesta a tope. Creo que no deberíamos dar detalles sobre qué clase de fiesta es: baste decir que haría vomitar a Calígula e incluye metamorfosis abyectas de cosas con forma de gelatina temblorosa. Intestinos de gato: ahí es donde los protozoos celebran su Día de San Valentín. Con canción de Juan Magán incluida en el pack. Es tan dulce. Piense en ello la próxima vez que un gatito cariñoso se frote contra su pierna.
 
Ahora miremos más de cerca esos ocho mil genes del bicho. Para sorpresa y quizá cierta consternación de los investigadores, el genoma del Toxoplasma contiene dos copias del gen que son coadyuvantes en el proceso de síntesis del neurotransmisor llamado dopamina. ¿Y qué? Pues que la dopamina es un elemento clave en el circuito estimulación-recompensa de los mamíferos. Si ustedes han probado alguna vez la cocaína, por ejemplo, habrán observado que produce lo que se conoce como subidón aquí en España: una sensación placentera de euforia que, en ocasiones, produce ansiedad y la necesidad de consumir más cocaína. Eso es porque la cocaína es un estimulador artificial del circuito cerebral de la dopamina. Lo mismo se puede decir de los ratones en relación con el pis de gato: se vuelven adictos al pis, porque el pis les hace sentir tan, tan bien. Y se hacen adictos al pis porque la maquiavélica criatura que vive en sus cerebros manipula sus niveles de dopamina en su propio beneficio. Y de ese modo acaban tragados por felinos. Y el Toxoplasma puede vivir su preciosa historia de amor en las tripas del gato.
 
Modelo de bolas de la dopamina:
negro es carbono, blanco es hidrógeno, azul es nitrógeno, rojo es oxígeno.
Fuente: wikipedia
 
 
En resumen: en algún momento de su historia evolutiva, el protozoo Toxoplasma gondii se las apañó para incorporar a sus trucos genéticos la capacidad de sintetizar dopamina, quizá robándole los genes a algún oso hormiguero o jaguar amazónico o lo que fuera. Y ahora puede manipular la conducta de otras criaturas mucho más grandes y listas que él para lograr reproducirse sexualmente en un ambiente seguro y romántico. ¡Por el amor de Dios! ¡No existe emoticono capaz de dar a entender el horror cósmico que produce esta maldición primigenia!
 
Todo esto es un poco bizarro, pero ¿qué pasa con las personas? Bueno, algunos expertos usan todo el asunto de la dopamina para explicar un curioso comportamiento de ciertos miembros de la especie Homo sapiens sapiens: el Acaparamiento de Gatos. Hay gente ahí fuera que no puede parar de acumular gatos en sus casas. Existe incluso un Premio Guiness para el Mayor Número de Gatos Acumulados en una Única Vivienda. La vivienda era un bungaló y pertenecía a Donna y Jack Wright, de Ontario, Canadá. Este matrimonio formado por un pintor y una ama de casa llegó a tener 689 (seiscientos ochenta y nueve) gatos en el bungaló. Aquello era de locos. Toda la comida acababa llena de pelos de gato en segundos. Aceptaban gatos de todas partes, incluyendo uno que les enviaron por correo certificado. Donna se pasaba quince horas al día simplemente vaciando cajas de arena, abriendo latas de Delicia de Salmón (unas 180 al día), cambiando los recipientes de agua (la fricción de tantas lenguas gatunas provocaba que el agua se calentara muy deprisa y entonces había que reponerla) y buscando gatos traviesos en el jardín. Las facturas ascendían a unos cien mil dólares anuales. Cada Navidad cada uno de los 689 gatos recibía un regalo especial amorosamente envuelto, y cada uno de los 689 mininos tenía su nombre (intente pensar en 689 nombres diferentes de gato sin  volverse loco) escrito en esa caja. La situación era tan tremenda que en un momento dado una de las paredes del bungaló se cayó porque su base había sido roída por los orines de los gatos. El caso es que tras unos años de maullante infierno los Wright decidieron rebajar el número total de gatos a unos doscientos o así, sobre todo cuando empezaron a encontrar mininos muertos debajo del sofá o dentro del cajón de los tenedores. No obstante, recayeron en varias ocasiones. El caso es que este comportamiento tan inusual puede explicarse así de fácil: el matrimonio Wright tenía el cerebro petado de protozoos de Toxoplasma. Jack llegó a admitir en una entrevista que el olor del pis de gato (que generalmente nos resulta hediondo) no sólo no le molestaba, sino que le gustaba. Esto parece adicción al pis de gato de libro. No sé si alguien ha examinado las amígdalas de los Wright en busca de quistes toxoplásmicos, de modo que esta explicación no deja de ser una mera hipótesis. En verdad, ¿quién sabe? A lo mejor es que simplemente les gustaban mucho los gatos.
 
 
 
Pero hay más.
 
Algunos médicos de urgencias han llamado la atención sobre el siguiente hecho: en muchas de las víctimas de accidentes de moto en los que ha existido un comportamiento temerario (tomar las curvas demasiado cerradas, intentar superar de un salto cinco autobuses escolares puestos uno junto a otro y demás) se ha encontrado una floreciente comunidad de quistes de Toxoplasma en sus cerebros. Por lo visto, a más quistes más ama uno el riesgo y más se la juega. Dicen que es porque les excita el riesgo y disfrutan con el peligro. Pero el amante de los deportes extremos, el que se lo pasa bomba lanzándose en helicóptero a la ladera de un volcán con una tabla de skate, ¿no estará haciéndole el juego a un microbio diminuto cuyo único propósito en esta vida es practicar el kamasutra en las tripas de un gato?
 
El mundo es un lugar muy, muy extraño.
 
Choooo