domingo, 21 de julio de 2013

HELLO TOXO

Hoy hablaremos largo y tendido de gatos. ¡Los gatos son tan cuquis! Dénse una vuelta por la red de redes y acabarán atiborrados de gatos: fotos de gatos, youtubes de gatos, memes de gatos, frases de gatos, filosofía de gatos, gatos bailando, gatos haciendo caca, gatos besando a perricos, gatos tirando de la cadena del váter, gatos Chewbacca, gatos Spock, gatos haciendo purr, purr, gatos paseando por la teclas de un piano, gatos haciendo kickboxing, gatos, gatos, gatos. Es como si una parte de nuestro cerebro, una parte noña y desnortada, se activara automáticamente ante la mera mención, atisbo o visión de un puto gato, convirtiéndonos en zombis amorosos que sonríen como gilipollas. O por lo menos, eso les pasa a algunos de nosotros. Otras personas prefieren entregar su corazón a los perros, los loros, las pirañas o las boas constrictoras albinas. La capacidad humana para entregar su corazón a otras criaturas no tiene límites y es una de nuestras características más bonitas como especie biológica.
 
¡Ohhhh qué mono el gatito francotirador!

 
Pero la biología a veces es una cabrona muy rara.
 
Porque también hablaremos de Toxoplasma gondii, un pequeño ser (protozoo) que no es tan mono como los gatos (de hecho, parece una ameba), pero que viene al caso porque infecta gatos y puede causar toxoplasmosis en sus amantes dueños de dos patas. La toxoplasmosis es una enfermedad leve por lo general, aunque puede complicarle mucho la vida si usted es un gato, un feto, un toxicómano o una persona con el sistema inmunitario dañado. La principal vía de transmisión del toxoplasma entre gatos y personas son las cacotas y el pis de los gatos, así que se recomienda a las mujeres embarazadas que no se acerquen a los cajoncitos de arena donde los reyes de la casa hacen sus cositas, porque pueden ser verdaderos criaderos de microbios asquerosos. Un dato más: se calcula que entre un tercio y un cincuenta por ciento de la población mundial ha contraído toxoplasmosis en algún momento de su vida: en un elevado porcentaje uno ni siquiera se da cuenta de que tiene el bicho. Unos números impresionantes que convierten a nuestro amigo Toxoplasma en un pequeño y ubicuo hijo de puta. También se han detectado microbios de Toxoplasma en muchos otros mamíferos: monos, murciélagos, ballenas, elefantes, osos hormigueros, cerdos hormigueros, tigres de Bengala, perezosos, roedores de todo tipo y procedencia, koalas y malditos ornitorrincos. Señalen ustedes cualquier cosa con pelo, glándulas mamarias y sangre caliente: probablemente ha tenido el toxo, lo ha tenido o lo va a tener.
 
Y también ataca a las gallinas.
 
¿Qué hace Toxoplasma cuando accede al interior calentito de la sangre mamífera? Por lo general, nada hasta el cerebro y empieza a formar quistes en la amígdala. Una vez allí se dedica a proliferar a base de clonarse como si no hubiera un mañana. Puaj, pensarán ustedes. Esto había empezado bien, con gatitos, y acaba con microbios que viven en los sesos. ¿Es que no hay nada bello en este mundo nihilista? Pero es que eso no es todo.
 
Quistes de T. gondii en el cerebro de una persona
(a la izq. y centro, color champiñón).
Fuente: Facultad de Medicina de Utah
 
 
Ojalá fuera todo.
 
La amígdala (una glándula con forma de almendra) es una parte del cerebro que según los neurocientíficos se encarga de regular el procesamiento de las emociones. Y esto arroja inquietantes resultados. Los roedores, por ejemplo, si tienen una generosa población de Toxoplasma pasándolo pipa en sus amígdalas, empiezan a comportarse de una manera extraña. Concretamente, se sienten atraídos de forma irresistible por el pis de gato. De hecho, es como si se volvieran adictos al pis. Si hay un gato u otro felino merodeando en las cercanías, se vuelven como locos y corren a los lugares donde el gato o felino ha hecho pis. Bueno, todos sabemos con exactitud cuál es la relación ecológica entre roedores y felinos. Los felinos se comen a los roedores. Si analizamos el asunto desde el punto de vista del tercer participante de este drama de la naturaleza (el Toxoplasma), veremos que de alguna forma el bicho logra manipular las querencias de los roedores para hacerles amar el pis de los gatos, sus enemigos eternos, y llevarles hasta el lugar preciso donde unas mandíbulas llenas de dientes afilados en un cuerpo grácil y ronroneante los maten y mastiquen. Dado que los Tres Mandamientos de los Roedores son: 1. Teme a los felinos, 2. Nunca te acerques a un Felino y 3. Si ves a un Felino huye y escóndete en el primer agujero que veas, esto significa que el toxo es capaz de hacerles actuar en contra de su instinto ancestral.
 
Pero, ¿por qué? ¿Por qué hace esto Toxoplasma, la diabólica ameba manipuladora de cerebros? No se sabe con certeza, pero un descubrimiento reciente puede arrojar algo de luz. Y es que el parásito generalmente se reproduce de manera asexual: hace copias de sí mismo por medio de la fisión celular. De cada Toxoplasma con sus aproximadamente ocho mil genes salen otros dos, ambos con esos ocho mil genes, idénticos par de base a par de base. Pero atención: por lo visto, en el intestino de los felinos Toxoplasma se reproduce sexualmente. Y que se sepa, sólo hace eso en el intestino de los felinos. Nadie sabe por qué precisamente ahí y la verdad es que nadie quiere saberlo. Una explicación es que por medio de la reproducción sexual el pequeño protozoo puede elevar sus apuestas en la danza de la selección natural, produciendo hijitos con un genoma distinto al de sus papás y ocasionalmente generando Toxoplasmas con mayores posibilidades de supervivencia que los que son producto de la fría y aburrida clonación. Pero, en serio, ¿POR QUÉ HA DE SER EN EL INTESTINO DE UN GATO?
 
Sí: para Toxoplasma, el estómago de un gato significa fiesta a tope. Creo que no deberíamos dar detalles sobre qué clase de fiesta es: baste decir que haría vomitar a Calígula e incluye metamorfosis abyectas de cosas con forma de gelatina temblorosa. Intestinos de gato: ahí es donde los protozoos celebran su Día de San Valentín. Con canción de Juan Magán incluida en el pack. Es tan dulce. Piense en ello la próxima vez que un gatito cariñoso se frote contra su pierna.
 
Ahora miremos más de cerca esos ocho mil genes del bicho. Para sorpresa y quizá cierta consternación de los investigadores, el genoma del Toxoplasma contiene dos copias del gen que son coadyuvantes en el proceso de síntesis del neurotransmisor llamado dopamina. ¿Y qué? Pues que la dopamina es un elemento clave en el circuito estimulación-recompensa de los mamíferos. Si ustedes han probado alguna vez la cocaína, por ejemplo, habrán observado que produce lo que se conoce como subidón aquí en España: una sensación placentera de euforia que, en ocasiones, produce ansiedad y la necesidad de consumir más cocaína. Eso es porque la cocaína es un estimulador artificial del circuito cerebral de la dopamina. Lo mismo se puede decir de los ratones en relación con el pis de gato: se vuelven adictos al pis, porque el pis les hace sentir tan, tan bien. Y se hacen adictos al pis porque la maquiavélica criatura que vive en sus cerebros manipula sus niveles de dopamina en su propio beneficio. Y de ese modo acaban tragados por felinos. Y el Toxoplasma puede vivir su preciosa historia de amor en las tripas del gato.
 
Modelo de bolas de la dopamina:
negro es carbono, blanco es hidrógeno, azul es nitrógeno, rojo es oxígeno.
Fuente: wikipedia
 
 
En resumen: en algún momento de su historia evolutiva, el protozoo Toxoplasma gondii se las apañó para incorporar a sus trucos genéticos la capacidad de sintetizar dopamina, quizá robándole los genes a algún oso hormiguero o jaguar amazónico o lo que fuera. Y ahora puede manipular la conducta de otras criaturas mucho más grandes y listas que él para lograr reproducirse sexualmente en un ambiente seguro y romántico. ¡Por el amor de Dios! ¡No existe emoticono capaz de dar a entender el horror cósmico que produce esta maldición primigenia!
 
Todo esto es un poco bizarro, pero ¿qué pasa con las personas? Bueno, algunos expertos usan todo el asunto de la dopamina para explicar un curioso comportamiento de ciertos miembros de la especie Homo sapiens sapiens: el Acaparamiento de Gatos. Hay gente ahí fuera que no puede parar de acumular gatos en sus casas. Existe incluso un Premio Guiness para el Mayor Número de Gatos Acumulados en una Única Vivienda. La vivienda era un bungaló y pertenecía a Donna y Jack Wright, de Ontario, Canadá. Este matrimonio formado por un pintor y una ama de casa llegó a tener 689 (seiscientos ochenta y nueve) gatos en el bungaló. Aquello era de locos. Toda la comida acababa llena de pelos de gato en segundos. Aceptaban gatos de todas partes, incluyendo uno que les enviaron por correo certificado. Donna se pasaba quince horas al día simplemente vaciando cajas de arena, abriendo latas de Delicia de Salmón (unas 180 al día), cambiando los recipientes de agua (la fricción de tantas lenguas gatunas provocaba que el agua se calentara muy deprisa y entonces había que reponerla) y buscando gatos traviesos en el jardín. Las facturas ascendían a unos cien mil dólares anuales. Cada Navidad cada uno de los 689 gatos recibía un regalo especial amorosamente envuelto, y cada uno de los 689 mininos tenía su nombre (intente pensar en 689 nombres diferentes de gato sin  volverse loco) escrito en esa caja. La situación era tan tremenda que en un momento dado una de las paredes del bungaló se cayó porque su base había sido roída por los orines de los gatos. El caso es que tras unos años de maullante infierno los Wright decidieron rebajar el número total de gatos a unos doscientos o así, sobre todo cuando empezaron a encontrar mininos muertos debajo del sofá o dentro del cajón de los tenedores. No obstante, recayeron en varias ocasiones. El caso es que este comportamiento tan inusual puede explicarse así de fácil: el matrimonio Wright tenía el cerebro petado de protozoos de Toxoplasma. Jack llegó a admitir en una entrevista que el olor del pis de gato (que generalmente nos resulta hediondo) no sólo no le molestaba, sino que le gustaba. Esto parece adicción al pis de gato de libro. No sé si alguien ha examinado las amígdalas de los Wright en busca de quistes toxoplásmicos, de modo que esta explicación no deja de ser una mera hipótesis. En verdad, ¿quién sabe? A lo mejor es que simplemente les gustaban mucho los gatos.
 
 
 
Pero hay más.
 
Algunos médicos de urgencias han llamado la atención sobre el siguiente hecho: en muchas de las víctimas de accidentes de moto en los que ha existido un comportamiento temerario (tomar las curvas demasiado cerradas, intentar superar de un salto cinco autobuses escolares puestos uno junto a otro y demás) se ha encontrado una floreciente comunidad de quistes de Toxoplasma en sus cerebros. Por lo visto, a más quistes más ama uno el riesgo y más se la juega. Dicen que es porque les excita el riesgo y disfrutan con el peligro. Pero el amante de los deportes extremos, el que se lo pasa bomba lanzándose en helicóptero a la ladera de un volcán con una tabla de skate, ¿no estará haciéndole el juego a un microbio diminuto cuyo único propósito en esta vida es practicar el kamasutra en las tripas de un gato?
 
El mundo es un lugar muy, muy extraño.
 
Choooo
 
 
 
 
 

2 comentarios:

  1. Siempre es un placer sumergirse en el pozo de tu sabiduría, amigo mío, aunque nos enfrentes a nuestros más íntimos demonios bajo la forma de quistes cerebrales que dominan nuestra voluntad. Por fortuna, creo que yo no tengo ese mal pese a haber pasado cinco años de mi vida con un felino: soy tan cagao como el que más y corro como Speedy González ante la menor señal de peligro. Tú deberías hacértelo mirar: liderando huelgas y manifestaciones, quitándole sus adornos funerarios a la comunidad gitana, intentando ligarte a una policía con cara de malas pulgas en una tienda de chinos... ¿No tendrás al pequeño Toxo haciéndote cositas en el cerebro?

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  2. ADVERTENCIA: todos los actos atribuidos al autor del blog son mistificaciones sin base real.

    Por otro lado, sería interesante diseccionar su cerebro, señor, y comprobar la validez de la Teoría de los Quistes de Toxo :-P

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