domingo, 14 de julio de 2013

LAS 3 MEJORES-PEORES PELÍCULAS DE MONSTRUOS PREHISTÓRICOS DE LA HISTORIA

Y cuando decimos Monstruos Prehistóricos lo cierto es que queremos decir dinosaurios y afines: ¿alguien ha visto una película protagonizada por la bestia llamada Andrewsarchus mongoliensis? Esta cosa era un híbrido de hiena, perro, cerdo y lobo con una cabeza de casi dos metros de largo y unos dientes tan grandes como las agujas de ganchillo de mi abuela, pero sólo la conocen los paleontólogos y algunos friquis de los huesos viejos, y por eso mismo su existencia no ha llegado todavía a los oídos de los servidores del Gran Cthulhu que manejan el negocio del cine. Y sería un estupendo protagonista para esas cosas del canal SyFy que mezclan tornados, tiburones gigantes y dragones de Komodo locos. No, han sido los Terribles Lagartos los animales pretéritos que han alegrado nuestras retinas apareciendo en pantalla, y la mayoría de las veces de una forma tan absurda que llevaría al harakiri a Richard Owen. He aquí, tras un meditado y cuidadoso proceso de visionado y selección, las que creo que son las películas de monstruos prehistóricos más infumables jamás defecadas por los esfínteres artísticos de los gañanes del séptimo arte. ¡Y en dos de las tres sale Doug McLure!
Hola, soy Troy McLure, el hermano amarillo de Doug.
1. MUÑECO REPTILIANO DIABÓLICO: CARNOSAUR (1993).

La ficha técnica de esta escamosa perla, aquí.

Dirigida por un tal Adam Smith, habitual colaborador del ínclito Roger Corman de los últimos tiempos, Carnosaur es ante todo el intento psicotrónico de obtener el éxito millonario de Parque Jurásico gastándose la milésima parte del presupuesto de la segunda. O menos. También conocida como la Película Donde Una Mujer Da A Luz A Un Terópodo Extinguido, lo cierto es que vale la pena. Si os gusta ver a dinosaurios dándose de hostias con excavadoras, ésta es sin duda vuestra película.
Carnosaurio de morro chato dispuesto a la matanza.
(¡SPOILER!) El leitmotiv de la película consiste en dinosaurios carnívoros comiendo gente en la época actual. Por ello también incide en la ingeniería genética, como Parque Jurásico, a la hora de pergeñar una excusa para que los dinosaurios vuelvan a la vida, pero en este caso el método no consiste en replicar ADN de dinosaurio de la sangre absorbida por mosquitos del Cretáceo. No, consiste en coger huevos de gallina modificados genéticamente e inyectarles un virus que contiene secuencias genéticas de cocodrilos, iguanas, albatros y posiblemente urogallos y chochas de agua: entonces de los huevos de gallina salen dinosaurios. Lógico. Científico. Y plausible en un futuro cercano.
Alto, me ha parecido oír a una gallina.
La historia en sí es una concatenación demencial de escenas en las que marionetas de goma (ordenadores e infografía como que no) filmadas con poca luz devoran piernas de muñecas Barbie, aunque el drama humano está servido cuando el prota, un vigilante de obra que es al mismo tiempo el mayor experto mundial en guerra biológica del mundo en plena crisis alcohólica, se enamora de una eco-activista estilo Greenpeace  a la que parecen quererse comer todos los dinosaurios de la película y el sheriff también. Lo más mejor es que el antedicho virus también puede infectar humanos, por lo que tenemos el peligro adicional de que los seres humanos se infecten y la cantidad de monstruos de goma sueltos por ahí se multiplique exponencialmente. Pensémoslo: los seres humanos son muy prolíficos, por lo que si sustituimos adorables bebés por tiranosaurios tenemos que en treinta años o así habrá como unos dos mil millones de tiranosaurios dando por el culo. La actriz Diane Ladd fue convencida por los responsables del film no sólo para dar vida a la científica loca (se pasa la mitad de la película examinando pantallas de televisión que muestran gallinas gigantes incubando huevos de dinosaurio: espectacular), sino para protagonizar la primera secuencia de la historia del cine en la que una mujer pare un dinosaurio. Por lo visto, Ladd no apreció en su justa medida este billete a la posteridad, ya que en algunas entrevistas posteriores al estreno vino a decir que si no fuera porque tenía que llevarse comida a la boca en su puta vida se metía en semejante chuminada (claro que con palabras más medidas). En fin, además de la crítica implícita al peligro de jugar a ser Dios manipulando el ADN de las letales gallinas, en Carnosaur podemos advertir un homenaje del director a la escena final de La noche de los muertos vivientes: como en la mítica obra maestra zombi, aquí el protagonista también es abatido (con un puto lanzallamas, para qué andarse con remilgos) por las fuerzas del orden, muy nerviosas ante la posibilidad de que sus madres, esposas y novias se conviertan en mamás de tiranosaurios y velocirraptores gallináceos. Lo malo es que eso no impidió que se rodara una segunda y tercera parte de semejante abominación.
Sí, está a punto de alumbrar un velocirraptor.
Mazel tov.
Eso sí, para preocuparse por la verosimilitud paleontológica de las criaturas los productores contaron con el asesoramiento de Donald F. Glut. Glut no solo sabe mucho de dinosaurios sino que, agárrense los machos, también se hizo rico con la novelización de las películas de Star Wars. Toda una garantía de exactitud anatómica.

2. LA MEJOR-PEOR PELÍCULA DE SIR PETER CUSHING: AT THE EARTH'S CORE (1976).

Ficha técnica y artística, incluyendo quiénes interpretan a los espantosos hombres-cerdo, aquí.
Hombre-cerdo con reminiscencias de Mario Draghi.
Sir Peter Cushing es uno de los mejores actores de todos los tiempos. Punto. Pero el hombre de distinguidos pómulos que se cargó Alderaán, jugó con el cerebro de Frankenstein y se las vio con el puto conde Drácula es humano. A veces la cagaba. Y At the earth's core es de largo su mayor cagada. Pero no por eso hemos de tirar de la cadena, pues esta cutrez contiene suficiente encanto mugriento como para hacer vomitar bilis negra a Jean Luc Godard en el infierno.

(¡SPOILER!) La peli es una aventura estilo Tierra Hueca en la que Cushing interpreta a un señor victoriano que ha construido un taladro tripulado capaz de hacer un agujero en el puto suelo hasta el centro de nuestro planeta. Nunca queda muy claro qué es lo que pretende conseguir sir Peter con el taladro, pero eso no impide que él y el gallardo financiero que ha patrocinado su armatoste (¡Doug McLure!) se monten en el trasto (con una pinta que mezcla el steampunk con el concepto teórico de consolador sadomaso) vestidos con lo último en moda de exploración intraterrestre del siglo XIX (incluyendo chalecos a cuadros y relojes de cadena) y comiencen a taladrar a cascoporro. No tardan en darse cuenta de que dentro de nuestro planeta hay otro planeta, un planeta asaz divertido que contiene: a) vegetación carbonífera con la niebla húmeda concomitante, sobre todo plantas carnívoras que son como cabinas de teléfono verdes con dientes; b) lúgubres cavernas de paredes rojas como la sangre; c) razas de peludos hombres prehistóricos monosilábicos; d) princesas míticas de buen ver (¡Caroline Munro!); e) pterodáctilos blancuzcos con ojos rojos que pueden hipnotizar a la gente (¡los Majars!); f) unos extraños hombres-cerdo y g) rinocerontes de dos patas. ¿Los guionistas se pusieron ciegos de peyote? Quién sabe. Como decía un antiguo encargado que tuve en el supermercado, es lo que hay.

Los Majars: verlos y caer fulminado por el síndrome de Stendhal
ante tanta belleza.
El drama con el que se topan los dos audaces exploradores puede resumirse así: los pterodáctilos de ojos rojos controlan el cotarro subterráneo (y son la excusa para meter esta película en la selección, ya que son lo más parecido a la vida prehistórica real de toda esta maldita chifladura) ayudados en esa labor de opresión por su imponente presencia, sus poderes mentales y los hombres-cerdo. Caroline Munro y los hombres-de-las-cavernas viven sojuzgados por los pterodáctilos y son obligados a extraer algo (no lo sé, vi la película borracho perdido) de las paredes de las cuevas. En fin, un poco como ahora, pero con la Banca internacional y los políticos democráticos en vez de pterodáctilos y hombres-cerdo. Sepan que todo acaba bien (y Caroline y Doug no paran de lanzarse miraditas desde el segundo uno) y que ningún puto rinoceronte gordo con dos patas fue herido durante la realización de este film. Y los hombres-cerdo y los Majars reciben lo que se merecen: acaban fundidos en lava.
¿Pero qué cojones hago aquí?
At the earth's core es una película de la factoría Amicus: digamos que dicha compañía fue el descendiente mutante y degenerado de la mítica Hammer, y eso explica muchas cosas.

3. TENGO DIENTES Y DEBO COMER ALEMANES: THE LAND THAT TIME FORGOT (1975).

Consulten toda la información de esta debacle visual aquí.

(¡SPOILER!) Al contrario que los aberraciones precedentes, The land that time forgot parte de la premisa del Mundo Perdido a la hora de que el espectador se deleite con múltiples escenas de depredación sauria (y que se avergüence por ello en lo más profundo de su alma). Basada en una novela del mejor pulp machirulo del maestro cisheteropatriarcal Edward Rice Burroughs, trata de  un submarino alemán de la Primera Guerra Mundial que alberga no sólo a militares alemanes, sino a británicos, Doug McLure y una joven damisela, y que arriba a una misteriosa extensión de tierra después de atravesar un banco de icebergs de polietileno. No tardan en comprobar que esa landa (que por lo visto se llama Caprona) está hasta los topes de fauna paleo, meso y cenozoica que ha escapado a la extinción quién sabe cómo. Quizá por el efecto aislante de los icebergs.

En esta captura de pantalla aparecen un cavernícola, alemanes y  Doug McLure.
¿Sería capaz de averiguar quién es quién?
Nada más emerger, el submarino es atacado por una especie de plesiosaurio punki que se come a unos cuantos antes de que se lo carguen con un certero disparo de fusil máuser. A partir de aquí la acción, el descubrimiento y las incoherencias no cesan, ya que Caprona es como un diorama de museo tridimensional en el que a medida que se avanza por su río se descubren los sucesivos estadios evolutivos de la vida terrestre. ¡Aprender divirtiéndose, amigos!¡Por toda la cara! Por supuesto, no faltan ni los cavernícolas con mala hostia; ni los pterodáctilos llevando alemanes ensangrentados para dárselos de comer a sus graznantes crías en acantilados; ni alosaurios con dientes físicamente imposibles que caminan exactamente como tipos beodos disfrazados de alosaurios; ni volcanes en erupción; ni protozoos asesinos en el agua. Lástima que los responsables de la película estén más preocupados por mostrarnos la evolución psicológica del romance entre Doug y la damisela que en la naturaleza roja, en dientes y garras, que decía Tennyson. Damisela que, naturalmente, se limita a gritar como una descosida durante toda la película.

¡Cuando los tipos disfrazados dominaban la Tierra!
No obstante, podemos y debemos disfrutar de esta cosa porque tiene un U-boat, alemanes siendo devorados por babeantes bestias prehistóricas y protozoos asesinos de agua dulce. ¿Qué más se le puede pedir a una mierda de película? Estoy seguro de que Burroughs lloraría si la viese, aunque a lo mejor no precisamente de alegría.

El pterodáctilo, el mejor amigo del hombre.
BLOGS RECOMENDADOS: Todo lo que ud. quiere saber sobre películas cutres, y también lo que no, lo encontrará en CINECUTRE: ¡¡¡la Biblia de la cutrez fílmica en idioma castellano!!!

Capturas de pantalla cortesía de BADMOVIES, otra página ideal para los caspófilos del mundo.

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