domingo, 7 de julio de 2013

LOS JEROGLÍFICOS Y LA CAGADA DE ATHANASIUS KIRCHER

El tostón de hoy va a ser monumental. Por eso hemos decidido ahorrar a los lectores un montón de morralla copipasteada de fuentes fidedignas o no fidedignas que se les puede atragantar, y presentar esta entrada en dos variantes: una rápida para gente con prisas y ansiosa por seguir con su vida y pasarse la siguiente pantalla de "The last of us", y otra repleta de todo tipo de datos presentados de forma pedante que quizá se lea alguien de la familia. ¡Vamos allá!
 
 
Athanasius Kircher: "Nada hay más hermoso que saberlo todo"
Fuente: wikipedia
 
 
Versión corta
A. KIRCHER FUE UN ACADÉMICO JESUITA DEL SIGLO XVII QUE INTENTÓ DESCIFRAR LOS JEROGLÍFICOS EGIPCIOS SIN TENER NI PUTA IDEA, FRACASANDO MISERABLEMENTE EN EL INTENTO. QUE TE DEN, ATHANASIUS, SI NO SABES TOREAR PARA QUÉ TE METES.
 
Versión larga (contextualizada)
Lo anterior puede hacer pensar que Kircher era un gilipuertas sin dos dedos de frente, pero esa idea es inexacta. Athanasius Kircher (que tenía esa condena de nombre de pila por haber nacido en la onomástica de San Atanasio en 1601 [o a lo mejor 1602] en algún lugar de lo que hoy es el feudo de Angela Merkel) era un tipo listo, apodado por sus contemporáneos El Maestro de las Cien Artes (1): metió su erudito hocico en todo tipo de ámbitos. Geología, sinología, medicina, óptica, matemáticas, tecnología, estudios bíblicos y cualquiercosalogía: nada escapaba a su inquieta curiosidad. Prototipo junto con Leonardo de Vinci de la figura del Sabio Total, se interesaba por todo, y opinaba sobre todo (y en latín, griego, hebreo o sirio): especulaba sobre la naturaleza de los fósiles y lanzó algunas ideas protoevolucionistas en relación con el Arca de Noé, decía que los microbios (fue uno de los primeros en ver un microbio) eran los causantes de las enfermedades (2), desarrolló los principios del artefacto óptico conocido como linterna mágica (3), investigó el emplazamiento del continente perdido de la Atlántida (4), intentó explicar el magnetismo (5), comparó las virtudes de diversos sistemas astronómicos (6), construyó autómatas (7) e incluso se mostró interesado en el muy extraño texto cifrado con dibujos de nebulosas y señoras saliendo de tubos que llaman manuscrito Voynich (8). La mayoría de sus incontables obras, opúsculos y peroratas las parió durante su larga estancia en Roma (donde era una superestrella, el Eduard Punset de la época, todos los salones de gente bien se lo rifaban en las cenas), Aviñón (donde tuvo algunos problemillas con los enemigos de los jesuitas) y Viena (donde el emperador austriaco lo quiso como sustituto de Johannes Kepler en el cargo de astrólogo de la dinastía Habsburgo). Una vida agitada y llena de actividad intelectual que culminó en 1680 con su paso a la siguiente dimensión de la existencia. Vamos, que se murió y fue enterrado en los cimientos de una iglesia antigua que él mismo había reconstruido según su interpretación de las iglesias de la época de Constantino, y que como la mayoría de sus interpretaciones, era ingeniosa, grandiosamente incorrecta.
 
De modo que Kircher no era un don nadie. Aunque en muchos aspectos se podría decir que era un charlatán con mucho tiempo libre, a veces acertaba, más que nada porque su legado es tan extenso que es casi imposible, según la ley de probabilidades, que no acertara en algo. Y ahora llegamos al asunto de los jeroglíficos (9). En Europa occidental, en torno al 1650, lo egipcio estaba de moda. El así llamado Renacimiento conllevó un resurgimiento del saber grecorromano, y muy pronto los más espabilados se percataron de que Roma llevaba a Grecia, y Grecia llevaba a Egipto. Se empezaron a dar cuenta de que mucho antes de que los griegos salieran de sus toperas mugrientas para asombrar al mundo son sus filosofías raras (10) y putos teoremas de mierda (11) había una esplendorosa civilización en el valle del Nilo llena de cosas asombrosas como pirámides y templos monumentales y estatuas mega tochas y esfinges y obeliscos y canales de riego. Hubo en Roma una fiebre por los obeliscos: desenterrar obeliscos, copiar obeliscos, levantar obeliscos por todos lados, los obeliscos eran lo más, cosa que escandalizaba a los padres de la Iglesia: ¿hay algo más pagano que un obelisco, hermanos? O más fálico. Y en los laterales de los obeliscos figuraban esos peculiares dibujitos de ocas, halcones, buitres y lechuzas, entre otros fascinadores garabatos. La pregunta que muchos (12) se hacían era: ¿qué cojones significan esos dibujos y signos, si es que significan algo?
 
 
Con un halcón, una cruz ankh y dos cestos hago la cara de tu retrato.
Fuente: dibujos.org
 
 
Los sabios se enfrentaban a los jeroglíficos adoptando dos posturas. Unos opinaban que los jeroglíficos eran decorativos (13). Otros, como Athanasius, se inclinaban a pensar que aquello era un lenguaje. Kircher, que ya era considerado como el experto número uno en la cultura china aún sin haber pisado China en su vida, llegó al mundo de los ideogramas egipcios a través de sus trabajos sobre el idioma copto (14), el cual por cierto identificó correctamente como descendiente degenerado de los jeroglíficos. Y ahora, vamos al meollo de la cagada de Athanasius Kircher, que se hace tarde y hay que dar de comer a los gatos.
 
La idea general era que los jeroglíficos, considerados un lenguaje, resultaban ser un estilo ideográfico a la hora de comunicar cosas (15). Es decir, cada imagen o garabato es un símbolo que representa otra cosa. Por ejemplo, cuando un egipcio dibujaba un halcón a lo mejor quería representar con ello algo que sucedía muy rápido. Si dibujaba un cocodrilo, algo malo, como el fisco (jo jo). Etcétera. El truco consiste, pues, en encontrar el significado de dichos símbolos. Y eso es lo que hizo Kircher: miraba los dibujos y luego decía (con toda la autoridad que le prestaba ser uno de los sabios más respetados de su época) que significan esto o lo otro. Así, en torno a 1650 asistió al desenterramiento de un obelisco  de los tiempos del imperio romano cerca de la plaza de San Pedro (16) y tras mirar las filas de jeroglíficos (cuyo alineamiento forma lo que los egiptólogos llaman cartuchos) y pensar intensamente sentado en su metafórica poltrona del conocimiento inductivo, publicó la traducción en el segundo tomo de su obra Oedipus Aegyptiacus (publicada en tres mamotretos entre 1652 y 1654). Según Kircher, el obelisco de Minerva decía lo siguiente:
 
 
El cartucho de la discordia
 
 
DEBE DESPERTARSE LA PROTECCIÓN DE OSIRIS CONTRA LA VIOLENCIA DE TIFÓN, OBSERVANDO LOS ADECUADOS RITOS Y CEREMONIAS CON SACRIFICIOS APELANDO A LA TUTELA DE LOS GENIOS DEL TRIPLE MUNDO, PARA ASEGURAR EL GOCE DE LA PROSPERIDAD QUE OTORGA HABITUALMENTE EL NILO CONTRA LA VIOLENCIA DEL ENEMIGO TIFÓN.
 
Hoy en día sabemos que ese cartucho en concreto en realidad quiere decir lo siguiente:
 
PSAMMETICHUS SECUNDUS
 
¡Carajo! Aquí nos viene a la cabeza la cuestión de cómo diablos pudo cagarla tanto el señor Kircher (Psammetichus es simplemente el nombre de un faraón). ¿Cómo pudo convertir una maldita firma en esa especie de conjuro mágico que mezcla a Osiris y Tifón y en la que solo falta Saurón y los orcos? Podemos regodearnos en su fracaso (tranquilos, ya queda poco) diciendo que:
1. Los jeroglíficos no son ideogramas, no son  "escritura con dibujos". Ahora sabemos que cada jeroglífico es un fonograma: es decir, cada símbolo representa un carácter fonético, algo así como una sílaba (17). Y lo sabemos gracias a la piedra Rosetta y Champollion, pero eso es otra historia y los gatos tienen hambre.
2. Kircher pensaba que Egipto era la cuna de toda idolatría (18) y que por lo tanto los griegos y romanos paganos habían adoptado el saber religioso egipcio. Añadiendo a este potaje cosas como la alquimia, la cábala, la magia persa y Platón (lo más cool del siglo XVII) llegaba a traducciones que mezclaban un poco todo, sin descontar lo que directamente se sacaba de sus hábitos de jesuita por que él lo valía.
 
ERROR
 
Y ya está. La pifió a base de bien. No seamos duros con Athanasius: el tipo lo intentó, y diantres, lo importante es participar. Y curiosamente, muchos egiptólogos lo reverencian hoy como el padre de su disciplina, así que vayamos a darles de comer a los gatos de una puta vez.
 
Notas

(1) O el Nacho Vidal del Saber.
(2) En su obra Scrutinium Pestis de 1658 dice que miró la sangre de víctimas de la peste con un microscopio y vio gusanitos. Hey, el buen padre iba por el camino correcto.
(3) Aunque no la inventó, pese a que pensó que estaría bien decir que lo había hecho.
(4) En su opus magnum Mundus Subterraneus, de varios tomos, 1664 aprox. También salen dibujos de dragones viviendo en cavernas, ammonites representados como cuernos de Satán, mares subterráneos llenos de monstruos que provocan las mareas y otros importantes avances científicos.
(5) En Magnes sive de arte magnetica, 1643.
(6) No le gustaban mucho las chorradas esas que decía Copérnico.
(7) Incluyendo una estatua que hablaba. Temblad, robots japoneses de mierda.
(8) Aunque no se atrevió a decir nada en público, consciente de que eso no había quien lo descifrara.
(9) Breve resumen: los jeroglíficos como forma de escritura se empezaron a utilizar en el valle del Nilo en torno al año tres mil antes de Cristo Jesús. Posteriormente, los símbolos utilizados se fueron estilizando progresivamente, volviéndose más taquigráficos o similares-a-letras, lo que conformó el idioma llamado demótico. Y el demótico fue degenerando hasta convertirse en idioma copto. Y el copto al final fue uno de los afluentes del idioma árabe. Así ha quedado la cosa.
(10) Recordemos a Platón con su Mundo de las Ideas, Sócrates bebiendo cicuta, Aristóteles y su primer motor y la bellota que es un roble en potencia, y Zenón de Elea negando que exista el movimiento y el todo-fluye de Heráclito y demás aberraciones con las que a algunos nos torturaron en el bachillerato.
(11) El Teorema de Pitágoras o Métase ese Triángulo por el Ojete, por ejemplo.
(12) Queremos decir entre aquellos que se dedicaban a la indagación racional de la naturaleza, que eran más bien pocos como colectivo. La mayoría de la gente ya se conformaba con comer todos los días evitando que los despedazaran hooligans de algún equipo religioso contrario. Y no hablemos de la peste negra.
(13) Más o menos como las flores del papel de las paredes de casa de tu abuela.
(14) Explora tan fascinante tema sobre todo en su Prodomus Coptus, c.1630.
(15) La idea se remonta a los primeros comentadores de jeroglíficos, como el historiador griego Diodoro de Sicilia. Diodoro vivió en el siglo primero antes de Cristo Jesús y se dio un garbeo por Egipto, escribiendo que los jeroglíficos consisten en "[dibujar] objetos cuyo significado metafórico se imprime en la memoria". Considerando que en aquella época todavía se usaban los jeroglíficos, ¿por qué cojones no le preguntó a nadie?
(16) El desenterramiento fue financiado por el papa Inocencio X, a quien también le encantaban los obeliscos. Su erección (huy) fue financiada por el papa Alejandro VII, otro admirador de los obeliscos. Papas y obeliscos, obeliscos y papas.
(17) Así, el dibujo del halcón no representa la idea de "rapidez", sino el sonido ja.
(18) Según Kircher y algunos de sus colegas jesuitas, es imposible saber lo que sabía Dios antes del Diluvio Universal, y sabemos lo que sabemos a partir de Noé, que repobló el mundo diseminando sus conocimientos en forma de hijos. Egipto se convirtió en la patria de Cam. Cam era un chico rebelde y corrompió las enseñanzas de papá dando lugar a la perniciosa idolatría, y de ahí procede todo ese chocho de dioses de egipcios, griegos y romanos y demás. Además, era morenete de piel.




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