martes, 25 de marzo de 2014

SOBRE EL ORIGEN DE LAS GUERRAS: PAJAS MENTALES VARIAS

Vilmente copipasteado
 
Nos lo expliquen, por favor
 
1. Hipótesis de la guerra como construcción social. En estado libre, dejado a su propio instinto natural, el ser humano no hace la guerra contra otros seres humanos. Las guerras son consecuencia de un condicionamiento cultural aprendido: no estallan porque la gente tiene demasiados bebés, o porque los XY son natural born killers, y desde luego no porque el Homo sapiens padezca el estigma de una irreprimible naturaleza esencialmente agresiva. Tal y como la sociedad patriarcal enseña a los niños a jugar con panzers de juguete, así la sociedad patriarcal les enseña luego a conducir panzers y reventar a la peña a cañonazos. Margaret Mead, la antropóloga hippie, sostenía esta hipótesis. Lo bueno de esta manera de pensar en la guerra es que, si nos lo proponemos todos juntos, ¡podemos! Es decir, podemos desaprender la guerra. Aleluya.
 
Give peace a chance
 
 
2. Hipótesis del impulso agresivo humano, demasiado humano. Las bestias (los animales irracionales) no hacen la guerra: todo lo más se pelean entre ellos hasta que uno se rinde y agacha la cerviz en señal de sumisión, o se tira por el suelo enseñando el bajo vientre. No, la guerra, el acto de matar a miembros de la propia especie con un palo o con morteros, tanto da, es un rasgo distintivamente humano. Mediante  la guerra defendemos nuestra identidad al precio convertirnos en asesinos. Ergo los animales molan por su pacifismo ecológico, los humanos estamos condenados a los ojos del Buen Dios. Ver Konrad Lorenz o esta explicación para ver por dónde van los tiros.
 

El lobo es bueno porque es hijo de Natura, pero
Homo homini lupus
(En realidad es un coyote)
 
 
3. Hipótesis del XY guerrero: los XY evolucionaron para ser agresivos y poseen el cuasi instinto de recurrir a la violencia intraespecie para asegurarse recursos, primordialmente XX (con perdón). O: cuando una horda de XY hace la guerra por los recursos, su propósito en última instancia es la seguridad de que podrán mantener a su pareja sexual y a sus hijos. Esta es la causa final de todo tipo de conflictos, desde las guerras de los jíbaros reductores de cabezas a la crisis de Crimea. A los sociobiólogos y psicólogos evolutivos les encanta esta paja mental en particular.

La Convención de Princesas Leia de Los Ángeles de 2010,
todo un casus belli

 
 4. Hipótesis del XY demoníaco, relacionada con la anterior. Procedemos de homínidos que se hacían la "guerra" unos a otros, o que por lo menos emprendían expediciones en busca de homínidos no emparentados para comer su carne y beber su sangre (ver los chimpancés actuales; pero ver también los bonobos actuales). Escrito en los genes de los XY está el instinto ancestral de matar a otros XY, y de violar, saquear  y quemar chozas con napalm.
 
La teoría de la evolución por hostiazo en la cabeza

Comando Spetsnaz de Intervención Rápida
de las Fuerzas Armadas Simias

 

 
5. Hipótesis de la guerra como depredación ritualizada. Paja mental desarrollada por la señora Barbara Ehrenreinch, la cual pensaba que las hipótesis 3 y 4, aunque contienen algo de verdad, no explican toda la movida. Sobre todo el hecho de que para la mayoría de la gente, XY sedientos de sangre incluidos, la guerra resulte algo que repugna su instinto de autoconservación. Ehrenreich opta por lo siguiente. Nuestros ancestros temían a los depredadores que se los comían. Una vez logramos imaginar estrategias y desarrollar herramientas para matarlos, gracias a la maravillosa magia de nuestros cerebros marca ACME, celebramos la nueva era de seguridad con sangrientos rituales de sacrificio de índole protoreligiosa. Estos rituales eran en origen ritos de caza, que con el tiempo se transformaron en la caza del hombre, cuando las tribus optaron por ofrecer en sacrificio a la presa más peligrosa: a los miembros de otra tribu. ¿Por qué la guerra no nos parece natural? Porque es necesario una suerte de adoctrinamiento ritual para pasar a modo depredador, bien sea la misa de un papa prometiendo indulgencia a los cruzados si se van a Tierra Santa a despachar infieles, bien sea el entrenamiento de un infante de marina del ejército de los Estados Unidos antes de marcharse a Vietnam.

Aquí mi fusil, aquí mi pistola,
un mantra propio de los rituales predatorios
 
 
6. Hipótesis del gavilán persuasivo. Desarrollada por el economista Daniel Kahneman y el politólogo Jonathan Renshon, se basa en lo que según ellos es una característica psicológica que comparte (casi) la entera humanidad: la idea de que somos lo más grande, y que como somos lo más grande, vamos a ganar sí o sí. No importa que sea una idea completamente irracional, tenemos ese defecto de fábrica, básico por otra parte para hacernos felices y mantener nuestra autoestima en un crudo universo lleno de incomprensibles eventos aleatorios. Es por eso que a los gavilanes (las personas favorables a responder de forma agresiva a una agresión, real o imaginada, o a emprender una acción agresiva) se les escucha más que a las palomas (las personas favorables a tomar el té con el enemigo y bajarse los pantalones negociar con los agresores) siempre que se entabla un debate entre estos dos pájaros. Aquí el artículo original de la hipótesis del gavilán persuasivo.


Para muchos, sir Neville Chamberlain es un
ejemplo histórico de paloma.
Un jiñao, vaya
 
7. Hipótesis del Rubicón. Cuando Cayo Julio César cruzó el Rubicón diciendo alea jacta est, ya no pudo echarse atrás. Todos conocemos esta historieta. Pues bien, según esta hipótesis tendemos a no desdecirnos una vez cruzado algún Rubicón psicológico, especialmente cuando hemos declarado nuestra intención de soltar a los perros de la guerra en presencia de terceros. Aquí lo explican mucho mejor.

Si nos echamos atrás ahora quedaremos como unos capullos

 
 
8. ¡MALTHUS! La guerra es el resultado previsible de unir estas dos circunstancias: población que aumenta de forma exponencial y recursos que aumentan (si lo hacen) de forma aritmética. Cuando hay mucha gente y poca mandanga la gente se da de hostias para obtener la mandanga. Y punto. Columpio de Malthus: políticas racionales entre comillas de control de natalidad y aprovechamiento eficiente de los recursos suelen desembocar en un optimismo loco por el que las personas hacen el amor a cascoporro y tienen camadas de bebés que se triscan todos los recursos disponibles. Y de ahí se sigue la guerra, el hambre, la peste y la muerte. La población se reduce. Y vuelta a empezar.

 

 
 9. Hipótesis de los jóvenes ociosos. Aquí lo que tenemos es que cuando un  montón de chavales no dispone de trabajos pacíficos con los que ganarse la vida, tenderán a meterse en follones. Cuando esa rebeldía juvenil se viste de uniforme y los follones se convierten en guerras, oiga, no es tan malo: las guerras reducen la población (¡Malthus!) y aumentan la disponibilidad de trabajos pacíficos. Ver esto para una sesuda explicación del tópico. Pensar en la república de Weimar para dar con un ejemplo práctico.

Unos mozalbetes considerando la opción de alistarse
 
 
10. Hipótesis de Nosotros contra Ellos aka Hipótesis del comité demoníaco. Cuando nos sentimos amenazados, solemos incurrir en un tipo de comportamiento basado en el lema de que Nosotros hemos de defendernos contra Ellos, dado que Nosotros somos Buenos y Ellos son Malos; lo que, unido a un mundo en el que las decisiones suelen tomarse por grupos más o menos grandes -comités- que, no importa lo majos, listos y sensibles que sean los integrantes de dichos grupos, en conjunto se comportan de forma irracional, incluso criminalmente irracional,  nos lleva a que las crisis suelen desembocar en aquello que se pretende evitar: ¡la guerra!. Es sabido que los comités, ante una amenaza a la seguridad colectiva real o percibida como real, anulan cualquier disensión, no importa lo racional o humanitaria que sea, y sacrifican todo asomo de blandura en su afán por diseñar una "hoja de ruta". Bueno, a veces así ocurre, como por ejemplo en la segunda guerra de Irak. O eso dicen.

Pues parece que, si estás en un comité, lo eres
 
 
11. Hipótesis de la guerra como negociación con rifles y cañones. Según los que postulan esta hipótesis, elegante a la par que optimista y tan proactiva como razonable, la guerra es un modelo de negociación de un tipo un poco especial que surgió no a causa de un deseo de matar grabado en los genes de los hombres-mono, sino porque se trata de una herramienta relacional entre grupos en conflicto que surgió con los albores de las sociedades civilizadas. Es una hipótesis optimista porque implica que la guerra siempre terminará con algún tipo de acuerdo. Es razonable porque para alcanzar el acuerdo se precisa llenar cementerios enteros con fragmentos corporales de personas. Aquí hablan de ello.

Negociando que es gerundio
 
 
12. Hipótesis de la gestión del miedo a la muerte y a la intrascendencia como detonante. ¿Puede nuestro terror a la Parca y la angustia que nos produce nuestra pequeñez llevarnos a librar guerras de exterminio contra otra gente, y de ese modo hacer que la Parca baile de alegría regocijada con tanta destrucción? Es posible. Esta hipótesis dice que todos tenemos miedo a morir. Por eso construimos clubes de filatelia, sistemas de creencias, tribus, sociedades, naciones soberanas y civilizaciones enteras que amortiguan, subliman o ahuyentan ese terror por medio de todo tipo de probadas artimañas psicológicas. Es en esos tinglados más-grandes-que-uno-mismo donde depositamos nuestras esperanzas de ser algo más que un trozo de carne con ojos que vino del polvo y volverá al polvo: aunque muramos, los logros de nuestra asociación de bailes de salón (o la civilización occidental o el modo de vida noruego o las enseñanzas del sagrado profeta o lo que cojones sea) nos sobrevivirán y todo ese rollo. Cuando se produce un desencuentro con otro tinglado más-grande-que-uno-mismo al que no estamos suscritos, somos proclives a emplear una inaudita cantidad de violencia para mantener íntegro nuestro propio tinglado. El tinglado que da sentido a nuestras putas vidas miserables. Porque si no matamos a esos infieles, o a esos herejes, o a esos negros de mierda, o esos blancos racistas, o esos comunistas, o a esos capitalistas-imperialistas, o a esos mutantes, o a esos alienígenas... ¿para qué estamos en este mundo?

El Pulpo Rojo nos amenaza con sus tentáculos.
Hay que matar al Pulpo Rojo
 
 
Fin del rollo. ¿Con cuál se quedan?



 

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