miércoles, 25 de diciembre de 2013

EL AMANECER DE LOS ZOMBIS FILOSÓFICOS

Por una vez, una entrada corta.
 
Hay dos maneras básicas de enfrentarse al problema de la Mente y el Cuerpo. Mírense: sin duda se refieren a sí mismos como seres que constan, por un lado, de un cuerpo (con sus células, sus piernas, sus brazos y sus dedos de los pies y pelusilla en el ombligo); y por otro lado observan que poseen una especie de instancia interna, no física ni celular ni atómica, a la que llaman Mente, o Alma, o Espíritu, o Voluntad, o Ego, o Esa Cosa. En ese caso, son ustedes dualistas: conciben esa instancia interior como algo separado del cuerpo físico.
 
O quizá piensen en ustedes mismos como máquinas que actúan según un programa o plantilla. Incluso es posible que sean de esa clase de gafapastas sofisticados que opinan que cosas como el libre albedrío, la consciencia o los qualia son efectos materiales producidos por la estructura y las actividad eléctrica de sus neuronas en sus cerebros. Si piensan así, son ustedes materialistas. Si son ustedes de esta cuerda, no existe nada más que la materia y la energía; la mente es una manifestación más de la materia y la energía, no un vapor irreductible y misterioso.
 
Es probable que si son materialistas sean agnósticos e incluso ateos. Es muy posible que, en el caso de que sean dualistas, crean en algo superior a ustedes, hecho de algo que no se puede reducir a átomos, algo que bien podría ser Dios o Durga.
 
La doctrina del zombi filosófico fue inventada por René Descartes en la era mesozoica de la filosofía, aunque por supuesto René no hizo referencia alguna a vudú o cadáveres ambulantes comedores de sesos en sus diversos escritos. Simplemente hizo una serie de analogías de un ser humano con las máquinas para llegar a la conclusión de que los seres humanos no son máquinas, sino algo más. También dijo que el alma reside en la glándula pineal, lo que es raro ya que actualmente sabemos que la glándula pineal se encarga de la economía de la melatonina y de regular la actividad sexual y que a veces se calcifica y deja de ser operativa, pero, hey, eso Descartes no lo sabía.
 
Descartes quería demostrar que, si bien las ranas, los paramecios e incluso los cuerpos de los seres humanos funcionan como si fueran mecanismos, la mente de los seres humanos no. La mente, la consciencia humana, está aparte. Es otro tipo de cosa, una cosa bastante maravillosa. Si hablamos en términos de película de serie B, imaginen un mundo en el que existieran zombis exactamente como nosotros pero con la particularidad de que tales zombis carecen de consciencia de sí mismos. Es decir, actúan como si la tuvieran, pero no la tienen: son meras máquinas. He aquí a los zombis filosóficos. Bien, si podemos concebir tales zombis, nosotros poseemos esa capacidad, tenemos consciencia, y por lo tanto no podemos acudir al materialismo para explicarlo. Por lo tanto, el dualismo es cierto. Ergo existe una sustancia que no es materia ni energía y por lo tanto esos materialistas de mierda ya se pueden ir a tomar por culo.
 
Ya se habrán dado cuenta de que el argumento no se sostiene porque contiene una petición de principio: todo el tinglado no tiene sentido a no ser que aceptemos el dualismo en primer lugar. Además, el hecho de que podamos imaginar cosas no tiene por qué significar que esas cosas deban existir (existirán si quieren, caramba). Puedo imaginar que hay pepinos parlantes en la  Luna o que el tres es en realidad el cuatro, y me quedo igual, porque no hay pepinos parlantes en la Luna y el tres es el tres y no el cuatro, por mucho que me empeñe. Y una cosa que todo el mundo sabe es que ninguna experiencia mental tiene lugar sin cerebro, hasta donde sabemos, de forma que, ¿qué es lo más jodidamente probable, amigos? (Piénselo: usted quiere tomarse un destornillador, y su sustancia mental o consciencia o alma de alguna forma se las apaña para que su cuerpo mecánico vaya al mueble bar y coja el vodka y el zumo de naranja. De golpe y porrazo esa instancia suya que no es materia ni energía se ha manifestado en el bajo mundo de los vasos y las botellas de alcohol, en el mundo aburrido de la materia y la energía).
 
Nosotros los dualistas lo tenemos cada vez más difícil: ni siquiera los zombis nos pueden ayudar ya.

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