domingo, 12 de enero de 2014

MOVIMIENTO CAVERNÍCOLA URBANO

Nueva York: megalópolis moderna, la ciudad de los rascacielos y los taxis amarillos, sede de Wall Street y el poder financiero mundial, lugar donde florecen las vanguardias en literatura, cine, pintura, arquitectura y tráfico de órganos; y cuyos territorios aledaños incluyen Nueva Jersey, colonizado por alienígenas con acento italiano. ¡Nueva York, la lengua tiembla al pronunciar tu nombre! ¿Hay una imagen mejor para mostrar a la humanidad lo mucho que ha ascendido/descendido desde sus humildes y peludos orígenes? Pues va a ser que no.
 
Y en Nueva York, más o menos a partir de 2010, también hay putos cavernícolas.
 
Entendámoslo bien. No son cavernícolas-cavernícolas. No viven en cuevas, grutas y árboles huecos. No van a Central Park a matar chihuahuas con lanzas de punta de hueso y luego se comen los chihuahuas crudos. No emigran siguiendo los rebaños de, qué sé yo, gatos asilvestrados. Nada de eso. Por lo general, son tíos (los cavernícolas de 2010 son mayoritariamente tíos) que tienen trabajos bien pagados, conducen coches y teclean con todos los dedos. Son cavernícolas selectivos. Por lo que he podido entender leyendo los pocos artículos que hablan de esta nueva tribu urbana, nunca mejor dicho, acometen su regreso al estilo de vida cro magnon desde un  punto de vista a) espiritual, b) nutricional y c) deportivo.
 
 
Esto es vida, cohone
 
 
Espiritual: para los nostálgicos de la época de cazadores-recolectores, el modo de vida de nuestros ancestros era mucho más montaraz, vital y verdadero que el que surgió tras la aparición de la agricultura, las ciudades y los peajes de autopista. Nuestros antepasados eran tipos recios, que sabían hacer frente a la dura existencia pre iPad con ingenio, fortaleza, camaradería, sinceridad y constante tesón. Vivían en la Naturaleza libre y salvaje, y estaban en comunión con ella (¿cómo si no se puede sobrevivir a las glaciaciones y a la depredación por hienas?). Para los cavernícolas de NY los modernos habitantes de las ciudades-hormiguero somos blandos, pálidos semihumanos que se parten como ramitas a la menor dificultad. Somos esclavos de trabajos alienantes y debemos obediencia ciega a siniestros parásitos encarnados en el Estado, la Iglesia y el Fisco. ¡Somos unos mariquitas postneolíticos! Ser cavernícola es ser un hombre de verdad. O mujer, supongo.


Reacción de un transhumanista al conocer el
Movimiento Cavernícola Urbano
 
 
¿Ya hemos dicho que los urbanitas cavernícolas son casi todos de cromosoma xy? ¿Machotes aficionados a la vida sana, la caza, el vello facial y las sentadillas?
 
Nutricional: por lo general, los adscritos al MCU siguen la llamada paleodieta. Se trata de partir del axioma de que nuestros antepasados eran más fuertes y estaban más sanos que nosotros, y concluir que lo que nos hacía más fuertes y saludables era lo que comíamos. Otros factores no se tienen en consideración: ¿en el paleolítico la tasa de mortalidad infantil se salía de la escala? Carajo, pero los que sobrevivían comían de puta madre. El hecho de que la esperanza de vida media de un Homo sapiens de hace ciento veinticinco mil años fuera de unos treinta tacos no parece tener demasiada importancia en este contexto. Por lo general, los MCU consumen cosas que se supone consumían los verdaderos cavernícolas: carne de caza (como carne de ciervo y de aves), pescados y cierta variedad de vegetales, tubérculos y frutas. Se abstienen de devorar todo lo que nos ha ofrecido la agricultura: en primer lugar, nada de cereales y legumbres; desde luego, el pan es anatema; por supuesto, la sal está prohibida y el azúcar es blasfemo. Son un poco como los Greyjoy: no siembran.  A lo hora de hacerse con las viandas, los cavernícolas rurales lo tienen más fácil que los urbanos, pero éstos se las apañan con escapadas al campo escopeta en ristre (o arco y lanza si son de la variante hard), o bien hacen tratos con comerciantes de productos orgánicos. Como suelen abominar de cosas como la nevera, un cavernícola urbano mantendrá sus alimentos sagrados en una enorme cámara de frío de varios cientos de dólares y dejará que las latas de cerveza se enfríen agradablemente sumergidas en la heladora corriente del borboteante manantial, como se hacía antaño, en la época de los mamuts. Desde luego, los cavernícolas de siglo XXI ayunan entre cada consumo gargantuesco de carne, debido a que sus maestros unga unga pasaban mucho tiempo sin comer nada entre ingesta e ingesta.
 
 
El cavernícola urbano John Durant
guarda su preciosa paleocomida envuelta
en plástico.
Fuente: New York Times
 
 
Hay grandes polémicas nutricionales entre los diversos grupúsculos de cavernícolas modernos, por ejemplo en torno al tomate. ¿Se debe o no se debe comer tomate, un producto originario del Nuevo Mundo que los cro magnon franceses no conocían? Y la carne de ciervo, ¿se come cruda o se le da una pasada por el fuego? Hay una escala de compromiso cavernícola que va desde el primitivo de fin de semana hasta el loco de las coles que sacrifica su salud y su vida social en su búsqueda contra viento y marea del ideal paleolítico. Sin embargo, todos están de acuerdo en considerar a los veganos como unos pobres infelices con la cabeza llena de pájaros que no pueden comer.
 
De este modo, afirman que su dieta basada en el consumo de proteínas y el ayuno es mucho mejor que cualquier otra y que eso hace que un hombre de verdad sea capaz de partirle el cuello a un oso cavernario de un rodillazo y pasar por la vida sin pillar un triste resfriado.

Por lo visto, todo este rollo de la paleodieta nació como uno de los muchos revolucionarios métodos que gañanes, aventureros comerciales y estafadores de bata blanca intentaban vender a los trofollos del mundo para que bajaran esos kilitos de más. Posteriormente los MCU lo han adoptado al parecer porque contiene el prefijo paleo-, que significa "antiguo". Desgraciada o afortunadamente, los cavernícolas urbanos ignoran (o prefieren ignorar) que en la auténtica paleodieta las cosas no eran exactamente así. No hay suficientes evidencias arqueológicas como para que se sepa realmente cuál era la dieta de los hombres prehistóricos, aunque parece claro que cuando éramos cazadores-recolectores se comía cuando se podía, cierto, pero no para adelgazar si no porque no había otra, amigos. Y debía ser relativamente raro que un paleolítico de interior comiera ciervo todos los putos días: era más habitual comer musarañas, comadrejas, hurones, ratones y ardillas, en fin, caza muy menor. Estas proteínas se aderezaban básicamente con todo lo que pudiera pillarse, y aquí incluimos lagartos, escarabajos, carroña, riñones y estómagos de animales, y de vez en cuando la pierna de un compadre de la cueva que la había espichado. Y hay evidencias de que los cazadores-.recolectores plantaban de vez en cuando. Y no olvidemos que había una amplia variedad de ecosistemas en los que vivíamos otrora, así que deben esperarse grandes variaciones locales en los modos de costearse la manduca. Así que todo ese rollo de cámaras de frío y fuertes bíceps y barbas neandertales es un poco bluff si al mismo tiempo no tienes cojones de tragar lombrices y mollejas humanas.
 
Deportivo: centrémonos en Monsieur Erwan Le Corre, francés de las cavernas que propugna una especie de fitness Pedro Picapiedra basado en retiros a lugares salvajes en los que saltar precipicios lanzando gritos primarios, deambular entre los matorrales a cuatro patas y juguetear con cantos rodados. Él lo llama natural mouvement y en diversos foros afirma que su método hace que los machos alfa de cada comunidad puedan desarrollar las habilidades básicas que todo macho alfa debería tener. Es decir, a la hora de prosperar en este mundo, dice Le Corre, lo mejor es salir a correr descalzo una gélida noche de invierno. Uno se pregunta si los antepasados de las grutas se pasaban el día corriendo y pegando gritos y jugando al fútbol con esteatitas, pero aunque fuera así, ¿es algo que sea recomendable que figure en un curriculum vitae? Y bueno, en USA nacieron hace nada unos programas de ejercicios radicales llamados CrossFit en los que se alienta a sus usuarios a usar paleodietas e incluyen todo tipo de paleoejercicios y difunden una suerte de paleoideología de colchoneta con olor a pies (aunque cobran en dólares estadounidenses respaldados por la Reserva Federal). Y ahora se está extendiendo por el mundo entero como un puto virus.
 
 
Erwan le Corre y un cacho tronco.
De su web oficial.
 
 
Los cavernícolas "suaves" prefieren caminar. Cifran en el hecho de caminar de un lado a otro prácticamente el secreto de la felicidad.  Uno de los más notorios usuarios del autobús de San Fernando es Nassim Taleb, un inversor en bolsa y reputado escritor de bestsellers y creador de la teoría del Cisne Negro. Deben haber otros por ahí. Aunque a lo mejor no tienen una cuenta corriente tan abultada como la del creador de la teoría del Cisne Negro Nassim Taleb.
 
 
Nassim Nicholas Taleb:
"Andando es como los humanos se hicieron humanos".
Seguido por: "Durmiendo en cochiqueras es como los cerdos
se hicieron cerdos".
 
 
Pues nada, el Movimiento Cavernícola Urbano chana que te cagas. Pero eso sí, cuevas con wifi, por favor.

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