domingo, 12 de enero de 2014

TRANSHUMANISMO, SINGULARIDAD, INMORTALIDAD, BLABLABLÁ

Dicho en plata, el transhumanismo es un movimiento futurista que considera que ya es hora de que la humanidad se plantee el próximo paso en la evolución. Es decir, creen que en un futuro cercano los seres humanos serán capaces de superar su biología gracias al desarrollo de tecnologías hoy embrionarias como la Inteligencia Artificial Fuerte (máquinas conscientes de sí mismas e igual o más inteligentes que la mera carne), la ingeniería genética, la cibernética, la nanotecnología, la criogenia y la hostia en verso. Y además creen que todo eso será bueno.

Según los transhumanistas, para el año 2080 la
capacidad computacional de los ordenadores será
equivalente a la de todos los cerebros humanos. Para 1990
ya superaba a la de las libélulas. Curioso, porque en la actualidad los
programas IA apenas son tan listos como una libélula.
Entonces, ¿es tan jodidamente importante la capacidad
para manipular ceros y unos a la hora de crear inteligencia real?
Fuente: culturamas


Desde luego, desde 2001 a Matrix, la cultura popular de masas siempre ha optado por la idea de que eso será muy malo. Y hay una cierta cantidad de escépticos que dicen que esto es una chorrada, basándose sobre todo en la triste historia de fracasos del programa del desarrollo de la IA fuerte: por mucho que se empeñen los gurús de Silicon Valley, no se ha construido ni posiblemente se construirá en un futuro cercano un ordenador capaz de mostrar la misma inteligencia que mi abuela del pueblo. ¿Quién lleva la razón? Los H + afirman que en el pasado muchas predicciones tecnológicas que se dijeron imposibles que te cagas (verbigracia, poner el pie en la Luna o plantar maíz transgénico) resulta que, caramba, dieron en el clavo. Por lo tanto, lo que ellos dicen que pasará puede pasar. Y no dejan de parir gráficos muy chulos y complejísimos textos para dar a entender que no es que pueda pasar, sino que pasará. Mirad, dicen, ahora es posible implantar prótesis en soldados mutilados capaces de recibir señales de las neuronas motoras de dichos soldados; dentro de un puñado de años, podremos hacer no solamente eso, sino volcar la mente de cualquiera en una supercomputadora y hacer que esa mente viva forever and ever en un entorno de realidad virtual no muy distinto del Jardín del Edén. ¡Ya no habrá enfermedades, ni guerras, ni intolerancia, ni odio, ni gente fea! ¡Viva!


Neil Harbisson: el primer cyborg con carnet.
Este artista británico ciego al color dispone
de un dispositivo protésico llamado eyeborg,
que lleva implantado en la cabeza, y
que le permite distinguir colores.
Harbisson ha conseguido ser considerado por
el estado británico como cyborg (no se permitía a personas
como Neil entrar en instituciones públicas debido al
cacharro de la cabeza) y en su documento de identidad
figura por primera vez con su dispositivo.
Además de artista, Harbisson ha emprendido una
campaña para ayudar a mejorar los derechos de otros cyborgs británicos.
Fuente: io9

Soñar es gratis. El credo transhumanista afirma que avance tecnológico = progreso científico. Esto no es necesariamente así. Veamos:

Uno de los sueños de los transhumanistas es la Emulación Cerebral Completa (ECC), que consiste en coger un cerebro con sus tropecientos mil trillones de neuronas y con todo lo que esas neuronas hacen y copiarlo en un Mac (exageramos, claro: sería una computadora de tipo muy diferente a las actuales, quizá algo cuántico y todo). Con esto, dicen, se liberaría nuestro atributo más importante (lo que nos hace humanos y no chimpancés haciéndose pajas todo el día allá en la selva) de la tiranía de la selección natural y sus instintos constrictores. Y no olvidemos lo fácil que sería ir mejorando el modelo con cosas como Mente 2.0 o Mente Vista o Mente 5S. Luego podríamos vincular esta copia a un envoltorio resistente (por ejemplo, una bola de cromo con cuchillas, ¿por qué no?, o un Furby) y, en teoría, vivir como una mente sin cuerpo para los siglos de los siglos.

Con respecto a este puntal básico del transhumanismo las objeciones son tremendas. Y no tenemos por qué salir del materialismo mecanicista descarnado para criticar tales aspiraciones.  Uno: los cerebros no son computadoras, por mucho que Kurzweil, el cerebro del sistema Unix Bill Joy y el dueño de PayPal Peter Thiel quieran que nos lo creamos. Dos: ni siquiera sabemos qué son los cerebros y cómo hacen lo que hacen: los popes del transhumanismo quizá deberían escuchar esta humilde conclusión de la neurobiología corriente y moliente (los transhumanistas tienden a tildar a los diseccionadores de sesos como señoritingos llorones, incapaces de desprenderse del ya viejo miedo a las máquinas). Tres: con la tecnología actual, la ECC es imposible, y no hay seguridad de que en un futuro próximo tal complejidad (y coste) pueda asumirse. En la actualidad, los métodos de escaneo del cerebro se basan en el análisis de regiones macroscópicas del mismo (imágenes funcionales por resonancia magnética verbigracia); si bien existen algunos avances en la proyección de imágenes asociadas a una única neurona, la técnica es primitiva por decirlo con suavidad. Y además hace necesaria la destrucción de tejido nervioso, por lo que solamente se ha usado en ratas, con lo que no inspira un cegador entusiasmo precisamente. Cuatro: supongamos que pese a todo conseguimos emular completamente la mente, la conciencia o el je ne sais quoi de Fulanito en un soporte informático. En ese caso, deberíamos ser capaces de ejecutar ese programa, y, entonces... ¿dicho programa seguiría siendo Fulanito? ¿Una copia de algo pensante es capaz de pensar? ¿La copia de un individuo sigue siendo un individuo? Se trata de una objeción filosófica con varios añitos y que deja perpleja a mucha gente mucho más lista que yo. Pese a todas estas objeciones, el director del Programa Blue Brain Project, Henry Mackram, dijo en 2009 que construir un ordenador capaz de albergar una mente humana y emular sus procesos con una fidelidad absoluta sería cosa de una década (por lo visto, semejante artefacto necesitaría una capacidad de almacenamiento de 500 petabytes, y mantenerlo en modo "demostración" haría uso de un mantenimiento energético cuyo coste superaría los tres mil millones de dólares) lo que posiblemente convierte a Henry Mackram en un incorregible optimista.

"Es hora de desfasar"
Analicemos ahora una palabra tótem para esta pandilla: ellos creen que llegará un momento de un no-muy-distante-futuro en el que las máquinas diseñadas por los humanos igualarán, y luego superarán, la inteligencia de sus creadores, y a ese nebuloso momento lo llaman singularidad tecnológica u otros términos rimbombantes por el estilo. Posiblemente el primer tipo que habló de esta posibilidad (o hecho que necesariamente ha de producirse, según los transhumanistas) fue el matemático húngaro-estadounidense John von Neumann (aunque la idea fue muy popularizada entre los nerds del mundo por el escritor de ciencia ficción Vernor Vinge). El punto clave del concepto es que cuando ocurra o si ocurre eso el género humano perderá el control sobre las inteligencias artificiales y el desarrollo posterior de las mismas ya no estará en nuestras manos. Bien, el problema es que, aun admitiendo que una IA de este estilo podría surgir en un momento dado (ver más arriba para ver los problemas que encierra esto), muchos transhumanistas lo han mezclado con el resto de sus paranoias. Hablan no solamente de singularidad en el desarrollo de la IA (que es su sentido original) sino de singularidad económica, singularidad nanotecnológica, singularidad pokémon y todo lo que se nos ocurra. Hablan de gente fusionada con las máquinas, hablan de gente con esperanza de vida notoriamente alargada, hablan de gente provista con los poderes de los dioses. Nyet: es posible que un grupo conectado en red de programas semi-inteligentes usados con fines militares o como administradores de grandes volúmenes de datos llegue algún día a volverse autónomo, pero eso no significa ni que sea consciente (que haya alguien en casa), ni que sea amigable (u hostil) hacia los carnosos, ni que sea capaz de acometer la ECC, ni que nos otorgue la divinidad posthumana.

Friendly AI

Sería más bien como un mega programa de ajedrez estilo Deep Blue pero más sofisticado y punto. En resumidas cuentas, hacer cualquier predicción afirmando que algo va a suceder no lo hace inevitable.
Con respecto a las pretensiones de los transhumanistas en el sentido de que la tecnología protésica, la nanotecnología, la criogenia y otras novedosas técnicas basadas en las máquinas nos van a hacer muy longevos y muy felices, mejor cogerlas con pinzas. Es habitual que los transhumanistas respondan a cualquier objeción sobre sus fantasías biogerontológicas exclamando "¡Nanobots!" para luego vomitarte una interminable retahíla de datos de complejidad bizantina acerca de motores moleculares, constante de Plank, replicadores de Von Neumann y demás mandanga que recuerdan sospechosamente a la graciosa jerga que emplean en Star Trek. La nanotecnología está llena de promesas, pero también de grandes problemas técnicos y por descontado abundan los delirios y el vaporware. La criogenia es hoy por hoy algo muy parecido a un callejón con una salida muy, muy pequeña,  y lo poco que puede conseguirse cuesta mogollón de pasta.

Y caray, además de los problemas puramente filosóficos y técnicos, también se han vertido críticas hacia el movimiento H + desde el ámbito de la ética y la política. El mismísimo Francis Fukuyama considera que el trashumanismo es la idea más peligrosa que corre suelta por ahí; otros alertan sobre la posible connivencia de intereses entre los foros transhumanistas y las grandes corporaciones y el estamento militar; para algunos no es más que una pandilla de mafiosos tecno-libertarios afincados en el Valle del Silicio, pandilla con inclinaciones eugenésicas; se ha llegado a hablar de totalitarismo cibernético.



Para terminar: si bien las predicciones de los transhumanistas pueden estar basadas en desarrollos factibles de la tecnología actual, eso no significa necesariamente a) que vayan a producirse las cosas que afirman que se producirán b) que su discurso esté basado enteramente en posibilidades científicamente válidas y no contenga buenas dosis de fe y c) que, en el caso de que ocurra la singularidad, Skynet no nos mate a todos. Andaremos y veremos.
El logo de los transhumanistas.
Fuente: rationalwiki
 

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