lunes, 17 de noviembre de 2014

MI PEQUEÑO GALLINASAURIO

¿Les suena un sujeto llamado Jack Horner?

Hola amiguitos, soy Jack Horner. Tengo unos años ya, frontal descubierto,
dislexia, las bambas mal atadas y me siento encima de moñacos raros.
¿Han visto lo que sale del huevo? Pues me lo voy a comer.
Likes y shares por favor.

Es un paleontólogo de vertebrados norteamericano; al parecer fue el principal asesor científico del primer Jurassic Park de Spielberg; y además impulsó, junto con su archirrival Robert T. Bakker, lo que se conoce como Dinosaur Renaissance. Que es un cambio de paradigma, y tal. Antes de que Jack, Bob y otros amiguitos entraran en escena, los dinosaurios se consideraban criaturas antediluvianas simples, gordas, lentas, lerdas y de sangre fría. Pero ellos dijeron que no: que los dinosaurios en realidad eran criaturas antediluvianas complejas, esbeltas, rápidas, algunas quizá tan inteligentes como un cuervo, algunas quizá de sangre caliente. Seres maravillosos que cuidaban maternalmente de sus crías y que se convirtieron en pájaros, haciéndose inmortales gracias al poder de la selección natural. Esta revolucionaria (ehem) nueva visión de los dinosaurios convirtió a Horner en una superestrella en su campo: ahora mismo es el dinosaurólogo más famoso, más citado en publicaciones, más agasajado por los medios. Únicamente Paul Sereno, el descubridor de los cocodrilos mesozoicos imperiales gigantes, puede hacerle un poco de sombra mediática. Mientras tanto, los cientos de miles (o más) de paleontólogos de vertebrados chinos que están volviendo del revés nuestra concepción de la Infraclase Archosauromorpha hacen su vital trabajo en la sombra, tras el telón de bambú.
 
Aquí vemos un grabado que ilustra cómo veía la peña a los dinosaurios antes del cambio de paradigma.
Como pueden comprobar, se los retrataba como muy tontos del culo, animales payasos de mierda con narices graciosas.
Las ideas cambian, para peor.

Y ahora el bueno de Jack es noticia porque desde 2010, más o menos, le está dando vueltas a cierta idea. La idea es simple y al mismo tiempo curiosa. En pocas palabras: Jack Horner quiere resucitar un dinosaurio a partir de una gallina.
 
Horner y su sueño. Miren qué carica pone el colega.
Wired

Repetimos.

EL PUTO JACK HORNER QUIERE RESUCITAR UN  PUTO DINOSAURIO PARTIENDO DE UNA PUTA GALLINA.

 
Aunque pueda parecernos idiota curioso, el honor de las gallinas ha sido pisoteado vilmente en otros intentos
por resucitar a los dinosaurios. Esta ilustración pertenece a un artículo aparecido a principios del 2014 en la versión online de la Public Library Of Science, titulado "Walking Like Dinosaurs: Chickens with Artificial Tails Provide Clues about Non-Avian Theropod Locomotion," en el que sus autores intentaban reproducir la locomoción de un dinosaurio bípedo.
Para ello, colocaron un puto palo en el trasero de un pollico (aquí pueden verlo) y estudiaron la manera
en la que se movía el avergonzado animal. En efecto: la PLOS online es una inagotable fuente
de majaderías que todxs pueden disfrutar. ¡Loor a la PLOS online!
 

Cuando mi extremadamente friqui sobrino de doce años me comunicó esta información, lo primero que pensé es que a Jack Horner (que es curator del departamento de geología de la universidad de Montana: Montana tiene una universidad) se le había ido la pinza. Lo de obtener dinosaurios de gallinas está muy visto, de hecho hasta existen películas de un nivel abismal basadas en esa premisa (véase la saga Carnosaur de Roger Corman). Es decir, el camino grotesco que va de la gallina al dinosaurio ya ha sido recorrido, sirviendo como inspiración (junto con la ginebra) para películas donde los tiranosaurios se pelean con excavadoras y los seres humanos dan a luz reptiles extintos homicidas. De modo qué -pensé- ¿se ha hecho demasiado viejo el antes gran maestro Jack Horner y va por ahí soltando gilipolleces producto de la demencia senil? ¿Se cayó de la tarima tras dar una conferencia y los centros superiores de procesamiento de datos de su puta cabeza sufrieron una fuerte conmoción? ¿Acaso su mujer se largó con el entrenador de zumba fitness de un gimnasio de Montana y ahora al solitario y amargado Jack Horner le ha dado por emprender una tarea tan ridícula como imposible? ¿O es que fuma crack?

Quizá no, hermanitos y hermanitas. Investigando un poco uno se percata de que, a todas luces, Jack Horner no da muestras evidentes de insania. Puede ser que tenga ideas un poco excéntricas y sea propenso a vestir camisas nada favorecedoras, pero loco no está. Habla en serio. Su idea en realidad es brillante. Que pueda conseguirse algún día es otro cantar, pero la base parece más firme de lo que se podría pensar. Y es que parece demostrado, hasta donde llegan nuestros limitados conocimientos, que el Orden Aves no es más que una rama de la frondosa enredadera biológica que otrora incluyó a los dinosaurios.  Eso significa que muchos genes de pájaros, por ejemplo gallinas, fueron en su momento genes de dinosaurio. Deténganse un momento a pensarlo, si son tan amables. Las gallinas tienen genes que antes eran genes de velocirraptor. Es más que probable que las gallinas tengan muchos genes en común con extintos dinosaurios carnívoros, bípedos, de tamaño pequeño, ritmo metabólico alto y a lo mejor tendencia a picotear. Hostia puta, ¿se lo imaginan? ¿Se imaginan a dinosaurios posados en ramas, con crestas de color rojo brillante, cacareando en un amanecer del cretácico? ¡La ciencia es la mejor droga alucinógena, hermanitas y hermanitos!

Lo que quiere hacer Jack Horner es estudiar el genoma de las gallinas y localizar y reactivar los genes que comparten con sus antepasados reptilianos. Han de saber que el genoma de los Gallus gallus o gallinas domésticas de toda la vida fue secuenciado en el año 2004. Pueden verlo y regodearse en su fría belleza aquí. Resulta que el genoma de gallina fue el primer genoma de ave en ser completamente secuenciado, quizá debido al hecho de que las gallinas son un importante activo económico. Y hay muchas, están a mano. Y su crianza es muy barata. Es más fácil secuenciar a las gallinas que a los avestruces o los casuarios o cualquier otro pájaro no volador (que se cree que son los más primitivos), o a los hoatzines (no sé si el plural es correcto). Los hoatzines son unos extraños seres voladores sudamericanos con muchos e intrigantes rasgos posiblemente atávicos y podrían resultar un buena opción para rebuscar genes de dinosaurio, pero no hay ganas ni plata para secuenciar su genoma. Hay prioridades en este mundo. Y desde luego, si queremos jugar a ser Dios y trastear con el código de la vida, mejor es hacerlo con gallinas y no con casuarios, que te pueden destripar si les da un pronto.
 
Tres hoatzines (Opisthocomus hoazin) cotorreando.
Dato 1: tienen garras en las alas.
Dato 2: los hoatzines fermentan la comida como las vacas,
y huelen a mierda pura a varios metros de distancia
(por eso en Venezuela se les llama pavas hediondas).
Dato 3: qué cucos que son los cabrones.
Reddit

Esbocemos el panorama. Si conocemos el gen (o quizá la jerarquía de genes) que regula la aparición en el embrión de gallina de la estructura ósea y muscular de las alas, podemos suponer que ese mismo gen (o genes), o genes con una secuencia muy similar, regulaban el desarrollo embrionario de extremidades dotadas de largas garras y uñas en los dinosaurios avianos. Si miran los huesos del ala de una gallina y lo comparan con los huesos de la extremidad delantera de pongamos por caso un Dromeosaurus del jurásico, verán que en su mayor parte se trata de la misma mierda, pero dispuesta de distinta manera en uno y otro animal. En el dromeosaurio esos huesos son alargados y están separados para conformar una pata delantera rematada por una mano con garras. En la gallina esos huesos están muy fusionados y se configuran para dar soporte al ala. Aplicando ingeniería genética y desechando muchas generaciones de gallinas modificadas, podría suceder una reversión: un embrión de gallina con brazos de dinosaurio.


Esqueleto de gallina. Los huesos del ala están plegados.
Obtenido de una interesante web llena de esqueletos de gallinas.

Esqueleto de dromeosaurio.
Universidad de Berkeley
 

Hay que joderse.

Lo curioso (y un poco escalofriante también) es que mamá Natura ha dado ciertos pasos por esa senda, aunque en este caso involucrando otro rasgo que las gallinas perdieron durante su evolución. ¡Y es que a veces crecen dientecitos cónicos como de cocodrilo en los piquitos de los pollitos! Son pollos con una mutación en el gen talpin2 (que es diferente al gen que dirige el nacimiento y crecimiento de los dientes en mamíferos) y por lo visto la mayoría de los embriones mutantes dentados no superan los doce días de existencia en este mundo cruel. Los expertos dicen que para conseguir que  las gallinas sobrevivieran con dientes en sus picos quizá sería necesario acudir a la transgénesis: intercambiar el gen talpin2-dientes-no de las gallinas por el talpin2-dientes-sí de un reptil, quizá un tuátara, o un dragón de Komodo, o un aligátor de Florida. ¿Gallinas con colmillos de cobra? ¿Por qué hostias no?
 
Para ilustrar la sección de las gallinas mutantes con piños
hemos acudido a una película para críos con gallinas de plastilina
en la Inglaterra de los años cincuenta.
¿Se acuerdan de esa reputísima mierda?

El caso es que Jack Horner se ha confabulado con los tipos que trastearon con los dientes de gallina y predice que en 5-10-15 años de heroicos, costosos y blasfemos esfuerzos mostrará a un mundo asombrado su gran sueño hecho carne: el gallinosaurio viviente. El colega es optimista, aunque también cauto. Dice que revertir dientes y brazos será sencillo si lo comparamos con la gran hazaña: la reaparición de la cola. Ni las gallinas ni ningún otro pájaro ha conservado la larga y elegante cola que tenían los dinosaurios. En los pájaros de hoy no existe el bello, lagartijil conjunto arquitectónico de huesos, músculos, tendones y escamas que los dinosaurios lucían orgullosamente antaño detrás de sus culos. Durante el desarrollo embrionario de las aves aparece en los primeros estadios una pequeña cola, es cierto, pero se reabsorbe al madurar el pollo, quedando una especie de feo mazacote de hueso denominado pigóstilo. Además el pigóstilo es una estructura funcional, esto es, a los pájaros les sirve para algo. No es un remate vestigial del que puedan prescindir. Horner y su equipo multidisciplinar de aprendices de Frankenstein de genetistas, expertos en biología evolutiva, paleontólogos, y médicos van catalogando conjuntos complejos de mutaciones que resultan en lo que podríamos denominar con bastante buen talante "proto-colas". Su objetivo final es hallar la receta para las colas en el confuso y caótico libro de cocina fenotípica aviar y una vez hallada, hacerla viable en gallinas. Por cierto que Jack y sus cuates están vendiendo la idea de que su investigación puede derivar en hallazgos para mejorar la salud humana (es una buena excusa cuando pides dinero, desde luego mucho mejor que decir: "Voy a criar un dinosaurio-gallina, es algo que me apetece, ¿podrían soltar algo de pasta para conseguirlo, caballero, señorita?"). De la movida de los dientes se han sacado de la manga posibles avances en la lucha contra ciertos sarcomas... sobre lo de las colas quizá hayan dicho a los patrocinadores que gracias al estudio de su desarrollo embrionario se podrían paliar los problemas de espalda de las gallinas ponedoras o vaya usted a saber.
 
Las aves acuáticas del cretácico, como el arriba representado Gansus yumenensis chino,
ya habían perdido la cola larga de sus ancestros reptiles, pero conservaban los píños.
El pigóstilo es la estructura agusanada situada en la zona trasera.
ATENCIÓN: Gansus yumenensis NO era un ganso, así que no jodamos.
Peleofreak

Pero hay aspectos éticamente sombríos en esta por lo demás luminosa y locuela historia. El escepticismo (seguido de cerca por el pitorreo) cunde entre la comunidad científica, los medios de comunicación y los ciudadanos. Y lo peor es que algunos de los propios colaboradores de Jack Horner no se han cortado a la hora de expresar sus dudas abiertamente. Como por ejemplo el doctor Matthew Harris. Harris dirige un laboratorio de investigación genética puntera (todas las investigaciones son punteras, amigos, del mismo modo que todas las sequías son pertinaces y todos los marcos son excepcionales) en la escuela de medicina de la universidad de Harvard. Desempeñó un importante papel en lo de los dientes de gallo chico y de un tiempo a esta parte se ha convertido en una autoridad mundial en el fascinante tema de las colas embrionarias mutantes de pajarracos. Debe resultar un grato conversador en las charlas de sobremesa. Pero resulta que Harris opina que el gallinosaurio hornesiano, de conseguirse su aparición en la biosfera terrestre, resultaría una criatura anormal, monstruosa, desgraciada y maldita por Darwin. Sus escrúpulos se centran en el hecho de que si se saca del matraz de los brujos, mediante técnicas de ingeniería genética y cría selectiva, una gallina con zarpas, dientes y cola, no se obtendría un dinosaurio. No. Se obtendría una puta gallina con zarpas, dientes y cola. Un horror emplumado y contrahecho que se burlaría del orden natural y divino. Y bajo esta capa de disgusto es como si Harris se gritara a sí mismo una pregunta todavía más fundamental: ¿para qué cojones estamos haciendo esto?
 
Probable osamenta de un gallinosaurio si tal cosa existiera o existiese.
Por Phil Wilson para el Washington Post.

Al parecer, a Jack Horner se la suda lo que piensen el doctor Matthew Harris y la madre que lo parió.
 
Jack Horner escribe libros serios con portadas graciosas.
Éste, donde habla del gallinasaurio, va bien para desengrasar
después de La verdad sobre el caso de Harry Potter.
Amazon

Por si les interesa, estoy con Horner. Quiero que su demente ocurrencia tenga éxito. Quiero ver correteando por ahí al Gallusisaurus hornerii. Quiero comprar uno a mis hijos, o dos, o todo un gallinosaurionero;  quiero que se suba a mi hombro cuando vengan visitas, para que pueda picotear (o morder) mis orejas. Quiero enseñarle a hablar, a decir cosas como "¡Podemos!" o "¡Dame más vodka, cantinero!". Aunque sé que eso será complicado, porque no tengo noticia de ninguna gallina que sepa imitar la voz humana.

De todas formas, Dios mató a los dinosaurios por alguna razón... ¡quizá sería mejor dejar que esos hijoputas sigan muertos!






 
 


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