domingo, 9 de febrero de 2014

EL PRINCIPIO ANTRÓPICO, ESE PRINCIPIO QUE CHANA

A los ateos pensar en el Principio Antrópico se les atraganta. Esto es así. ¿Por qué? ¿No saben qué es el PA? ¿Es importante para algo? ¿Sirve para ligar? ¿Han hecho un videojuego sobre él? ¿Te crees que nos importa, pesado de los cojones?
 
El PA sostiene lo siguiente: dado que nosotros, humanos, habitamos este universo, entonces el universo es adecuado para que habitemos en él. Esta modalidad de PA se conoce como PA débil, ya que se limita a decir algo que suena vagamente circular, pero se puede enunciar con más prosopopeya: si consideramos las múltiples y en apariencia contingentes constantes físicas que permiten la habitabilidad humana del universo, entonces este universo parece estar claramente encaminado a tenernos dentro de él (esto ya es el PA fuerte). Más prosopopeya: si dichas constantes/leyes físicas que gobiernan las interacciones en el universo cambiaran, aunque fuera solamente un poquito, una cosita de nada, nosotros (y en general, las formas de vida en su conjunto) no existiríamos. Y como es evidente que existimos, entonces etcétera, etcétera.
 
Bueno, ocurre que muchos de nosotros nos apoyamos en el PA para sostener nuestra creencia en Dios o en algún dios o peña de dioses. Pensamos que el universo está "finamente ajustado" para permitir la existencia de las formas de vida, especialmente la forma de vida llamada Homo sapiens sapiens. Pensadlo: si Me (la masa del electrón), Mu (la masa del quark up), Md (la masa del quark down), G (la constante de gravitación universal, de la que se derivan otras muchas constantes físicas) o h (la constante de Plank, que determina las órbitas de los electrones y es la base de toda la química, y por lo tanto la base de toda la biología) y otro pequeño puñado de constantes fundamentales fueran pongamos un cinco por ciento más altas o más bajas, entonces todo el tinglado se vendría abajo. No se formarían estrellas que no formarían elementos químicos que no se agruparían en nubes de polvo que no se agregarían formando planetoides que no se darían de hostias entre sí hasta formar planetas que no podrían desarrollar ácidos nucleicos autorreplicantes en sus mares que no podrían originar células que no podrían permitir el surgimiento de organismos multicelulares complejos que no se pondrían un gorro blanco y se llamarían a sí mismos chefs. Esos números no son arbitrarios, son necesarios para la receta del universo. Podemos imaginar al Gran Diseñador de Universos en su taller, ajustando con gentiles gestos cada una de las constantes fundamentales (en la mesa de mezclas cósmicas fuera del espacio y el tiempo) para asegurarse de que, pasados unos pocos miles de millones de años, las entidades basadas en el carbono más cojonudas  (nosotros) aparezcamos sobre la faz de la Tierra. Y nosotros, las maravilladas cosas orgánicas, con columna vertebral, bípedas y dioicas, sostenemos alegres creencias, levantamos bellas construcciones y realizamos grandes sacrificios y nos damos cabezazos contra el suelo para decirle al Creador:
 
¡MUCHAS GRACIAS, COLEGA!


¡DE NADA, TRONCO!
 
 

Pero entonces aparece el típico ateo rabioso que dice que de eso nada, hostias. Ya los conocemos: son gente triste que hace lo que puede para fastidiar nuestra felicidad inefable, y justifican su desencanto vital y amargura ontológica con chorradas sacadas de algún libraco de Richard Dawkins o Christopher Hitchens. Cuando oyen hablar del PA en una cena, por ejemplo, es posible que empiecen a echar espumarajos por la boca y a agitar un cuchillo en el aire, y entonces es preciso calmarlos con nuestra bondad. Dejemos que se expresen. ¿Acaso Dios no nos hizo libres?


Richard Dawkins, el Comecuras Egoísta.
No fiarse: parece que se ríe pero en cuanto os descuidéis
os muerde
 
 
¿Por qué los ateos se cagan en el PA?
 
En primer lugar, dicen, suponer que un cambio insignificante en una constante física abortaría el surgimiento y mantenimiento del universo es simplista. Se ha calculado, según ellos, que si las constantes físicas de los cojones cambiaran en una serie de factores y combinaciones todavía podrían dar lugar a universos factibles (por universo factible se quiere decir aquel que permite la formación de estrellas). Y en segundo lugar, afirman, todavía no sabemos exactamente lo que es la "vida" y no estamos seguros de en cuántas modalidades físicas puede hablarse de "vida". Podría existir vida en forma de grandes nubes difusas de gases viajando entre las galaxias, ¿por qué no? De hecho, ciertos cambios en Me o G harían muy posible un universo pletórico de silicobiodes en vez de carbonoides. (Tócate los huevos).

Hipotéticas formas de vida basadas en el silicio.
¿Qué cojones tienen en la puta cabeza?
Imagen encontrada aquí.
 
 
Pero los ateos recalcitrantes no se quedan ahí. Dicen: ¿de modo que este universo, tan bondadoso y finamente ajustado, es favorable a la vida tal y como lo conocemos? ¿Seguro? ¿Seguro-seguro? Si es así, entonces considerad esto, dicen con petulancia:
 
1. Los seres humanos, lo más especial de un universo especial, no podemos vivir sin ayuda mecánica y/o tecnológica en el 99.6 % de nuestro propio planeta. No podemos respirar bajo el agua, no podemos respirar a ocho mil metros por encima de la superficie, y no podemos vivir  a dos kilómetros bajo ella porque nos asaríamos. Es decir, solamente el 0.4 % de la hogareña Gaia es adecuado a priori para soportar la vida humana.
 
2. En ese 0.4 % de paraíso hay serpientes que nos envenenan, cocodrilos marinos que se nos almuerzan, medusas que nos pican, microbios, hongos, protozoos, virus y proteínas mal plegadas que nos causan enfermedades y sufrimiento. Vivimos en un paraíso azotado por terremotos, volcanes, ciclones, tornados, vórtices polares, tsunamis y avalanchas de barro que matan a la gente. Vivimos en un paraíso donde las propias células de nuestros cuerpos deciden a veces proliferar a lo loco e intentan matarnos arrasando nuestros propios tejidos y arruinando nuestros propios órganos. Vivimos en un paraíso que no es ajeno a las visitas de cometas errantes, asteroides genocidas y otros alegres asesinos del espacio exterior. ¡Vivimos en un paraíso que ha contemplado no una sino varias extinciones en masa!

3. ¿Y el Sistema Solar? ¿Está el Sistema Solar "finamente ajustado" para permitir nuestra existencia? Si salimos de la atmósfera terrestre sin un traje de astronauta, el vacío absoluto y/o la radiación solar acaban con nosotros en un decir Jesús. ¿Y qué pasa con los mundos del sistema? Caray, en Mercurio nos freiríamos, en Plutón nos convertiríamos en cubitos de hielo... y en Venus resultaríamos aplastados por la presión a la vez que asados al microondas mientras nos cae encima una lluvia hecha de ácido sulfúrico. No existe ningún lugar en las cercanías de nuestro hogar donde nosotros y nuestros gatos podamos estar a nuestras anchas.


Jopetas, miren lo que pasa si no se ponen escafandra en Marte


4. ¿Y el resto del universo? Incluso si somos generosos -dice el ateo con su asquerosa retórica- y suponemos que el Gran Diseñador ha colocado un planeta favorable a la vida en cada una de las estrellas que posiblemente existan en cada una de las galaxias que zumban por ahí, y esto es ser increíblemente generoso, incluso entonces resulta que solamente el 0.00000000000000000000000000000000073 % del Universo observable hoy es realmente apto para mantener a salvo nuestros culos. Y el resto (da pereza escribir tantos números) no. Nyet. Nanay. Esto es lo mismo, dicen los ateillos, que si tras examinar seis millones de kilómetros cuadrados de arena y encontrar en ellos una sola molécula agua, afirmamos que la arena ha sido creada para contener agua; que ha sido finamente ajustada para albergar agua. Si el universo ha surgido para que nosotros pudiéramos habitarlo, ¿no podría ser un poco más habitable? Un poquito nada más.

5. Y para terminar consideremos el despilfarro de materia, dicen,  el poco eficiente empleo de los elementos químicos que posibilita la vida humana. La vida humana es posible gracias al carbono, más que nada porque este elemento es capaz de formar enlaces consigo mismo y otros elementos y construir moléculas grandes, largas y complejas. De hecho, para eso el carbono es perfecto, ni hecho adrede. Un gran invento del Sublime Inventor, sin duda. Pero resulta que el Universo contiene muy poco carbono: más o menos el 0.0007 % del mismo alberga átomos de carbono. Casi todo es hidrógeno (aburrido) y helio (un poco menos aburrido). Esto significa que millones y millones de hornos nucleares estelares han tenido que arder durante millones y millones de años para conseguir cocer los átomos de carbono suficientes para hacer una puta salamandra. Ya no digamos para fabricar seis mil millones de seres humanos dicharacheros. Y todo esto en un ambiente bastante chungo donde los agujeros negros supermasivos, las novas y las galaxias caníbales campan por sus respetos sin que les importe una mierda la "vida".


¡EL TRAGA-BOLAS CÓSMICO!


Ya lo veis, dice el ateo: si pensamos que este es el mejor, el más finamente ajustado universo posible, ¿no podría ser mejor todavía? ¿No podrían las constantes físicas estirarse un poco para permitirnos viajar de planeta en planeta en bicicleta? ¿La Luna no podría ser de queso cheddar? Y los asteroides, ¿no podrían estar hechos de pan integral? Y el cáncer, ¿no debería existir únicamente en las novelas de terror?

Y aquí termina la arenga atea. No se conforman, en su soberbia sacrílega. Mis disculpas por hacerles perder el tiempo, hermanos, y perdónenlos porque no tienen ni puta idea.

Ay, ateos: capullines de poca fe. Los caminos del Señor son inescrutables. Dejad de ser tan tiquismiquis y alabad con nosotros el maravilloso Principio Antrópico. Buenas noches, in šāʾ Allāh.
 
 

 

 


 
 
 
 
 
 
 
 



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