viernes, 24 de mayo de 2013

¡ENCUENTROS CON CASUARIOS POTENCIALMENTE LETALES!

Estaba mirando el bordoneo de un enorme mosquito anófeles y pensando en la Familia Real española el otro día cuando una idea irrumpió en mi mente con la fuerza de un obús: ¿son peligrosos los casuarios? Inmediatamente lo dejé todo y me abalancé sobre el ordenador en una búsqueda épica de fuentes fiables sobre ataques de casuarios. Una búsqueda de cinco minutos. Para que vean el nivel zarrapastroso de esta bitácora en línea de mierda.
 
Punto primero: ¿qué hostiejas es un casuario? Bien, son pájaros, pero no en el sentido que todos ustedes piensan. Son pájaros no voladores, de la misma familia evolutiva que los emúes, y tienen esta pinta:

Grñek
Fuente: Tetrapod Zoology
Imaginaos un pavo de metro y medio o más de altura (hay hembras que alcanzan los dos metros), con plumaje negro que puede acabar en unas fibras pilosas, cuello largo azulado, una cabeza con un gran pico pugnaz rematada por un casquete córneo (que el animal usa posiblemente para abrirse paso a topetazos por la selva tropical que es su hábitat) y lo más terrible, unas patas largas y pollunas rematadas por tres dedos con uñas afiladas (la uña del dedo central puede alcanzar los diez centímetros, lo que se acerca a la categoría de puto cuchillo). Animales extremadamente territoriales, viven en parejas monógamas y se alimentan de cualquier cosa que pillen, sea un fruto o una lagartija. Eso es un casuario, uno de los seres más extraños que habitan ese rincón estrafalario del mundo que es Australia y Papúa Nueva Guinea repartidos entre tres subespecies prácticamente idénticas. En líneas generales, y con un poco de imaginación, hace pensar en un ser prehistórico, en un dinosaurio incluso. Pero, ¿debemos temer al casuario?

Al contrario que los emúes, cuya amabilidad y buena disposición ha conllevado su exterminio a manos de la raza humana; o de los avestruces, que confían en su velocidad para huir de los problemas; o de los pingüinos, que se refugian en latitudes heladas y hostiles para el hombre, los casuarios parecen ser capaces de defenderse. En este estudio realizado por un señor del Servicio de Parques y Vida Salvaje de Queensland se pone de manifiesto que, aunque este ave áptera no es proclive a atacar sin provocación, tampoco es que se corte mucho. Ciertamente, tal y como podemos leer en el resumen del estudio, contrariamente a la creencia popular, hacer jogging no incita a los casuarios a atacar (la traducción es mía): podemos respirar tranquilos. Pero lo cierto es que se han registrado unos 200 ataques de casuarios a seres humanos, uno de ellos con resultado de muerte. No hay cifras sobre la cantidad de casuarios que han sido asesinados por humanos, pero me temo que será un número jodidamente mayor.

Lo del jogging tiene una explicación. Antes se creía que un corredor producía un ruido muy similar al de un casuario atravesando la espesura: este ruido rítmico podía ser considerado como una provocación territorial por parte del casuario que dominara el lugar, y ello podía llevar a la criatura a hacer valer su predominio. Los casuarios no ven muy bien, así que... Pero no, no hay constancia en los anales zoológicos de que un casuario haya perseguido hasta la muerte a un talibán de la vida sanota.

¿Quieres bronca, hijo de puta?
Fuente: Enviromental Graffiti

¿Cómo ataca un casuario? Puede hacerlo de cuatro formas principales: a) Saltando y arreando patadones; b) Dando golpetazos con su casco de hadrosaurio;  c) Picoteando la carne expuesta y d) Arañando con las patas. Según los informes, estas acciones pueden conllevar severas laceraciones  y quebrar huesos, por lo que no se trata de una broma. La mayoría de las lesiones graves se producen cuando la persona ha caído al suelo debido a una carga del casuario (puede alcanzar los cincuenta kilómetros por hora y saltar más de tres metros), como ocurrió en la única muerte por casuario de la que tenemos constancia. Se trata del mundialmente conocido (entre los expertos en casuarios) caso McLean, ocurrido en 1926 en Queensland. El estudio no menciona otras muertes, y aduce que las informaciones sobre niños o perritos eviscerados por casuarios son mitos sin  base documental.

Muy bien, entonces ¿qué convierte a los casuarios en seres hostiles a la integridad de la vida humana? Tal como pone de manifiesto el estudio, en ocasiones se trata de mera autodefensa (como desgraciadamente fue el caso del niño McLean) o defensa de los polluelos o huevos, pero la gran mayoría de ataques de casuarios están relacionados con el papeo. En las zonas donde la convivencia entre ambas especies (personas y casuarios) es habitual, muchas personas acostumbran a proveer de alimentos a los pájaros. De esta forma, los casuarios piensan inmediatamente en comida cuando ven a un humano, y si observan que no van a recibir alimento, es posible que se cabreen y la emprendan con el pobre capullo. Hay evidencias de que la costumbre de dar de comer a los casuarios los haya vuelto más interesados en los humanos y consiguientemente más agresivos cuando sus demandas de comida gratis no son atendidas. Cosa curiosa, ya que lo que en otros animales salvajes (como por ejemplo, los zorros) aumenta su confianza hacia la gente y los vuelve más amables, en los casuarios parece tener el efecto contrario: azuza su mala leche.

Una típica señal de carretera en lo que es Queensland, Australia
Fuente: Environmental Graffiti

Los casuarios no sólo atacan a las personas. También son capaces de perseguir y golpear vehículos si sospechan que en su interior hay comida, y hay informes de casuarios dando topetazos a las puertas de una vivienda o incluso entrando de un salto por una ventana cerrada, quizá (explica el informe) atraídos por el reflejo de los cristales o de la televisión. Y por cierto de que no les gustan los perros ni los dingos (seguramente porque los perros cazan casuarios), ni tampoco los gatos (los destripan en cuanto tienen oportunidad porque los mininos domésticos no hacen ascos a los huevos de casuario) y, en una ocasión, un casuario mató a un caballo. En cautividad, estas aves suelen comportarse bien siempre que no les dé la venada: en un zoológico llamado Santuario Corrumbin (Queensland) un casuario hembra encorrió y mató a patadas a un wallabie y a un ibis. No se sabe por qué ocurrió esto último: misterios de Mamá Natura.


Casuario cinturón negro séptimo dan haciendo una demostración
Fuente: Tetrapod Zoology
Y esto es todo sobre la letalidad de los casuarios. Lo que debería preocuparnos no es que estas maravillas del creador a veces se porten mal, sino que están en la Lista Roja de la UICN como especie en riesgo severo de extinción. El mundo es un lugar mejor si estos dinosaurios rebotados continúan en él.

2 comentarios:

  1. Interesante y bien documentado estudio, sí señor. Al menos, te has tomado la molestia de leer materiales en inglés, que es mucho más de lo que habría hecho yo. Por lo demás, gracias por alertarme a mí y a todos los internautas de la hostilidad -ocasional, aunque imprevisible y aleatoria- de los casuarios.

    Hablando de pajarracos gigantes, ¿es verdad eso de que van a usar la ingeniería genética para resucitar al moa?

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    1. Velocirraptores, mamuts, neandertales, moas... es un no parar. No había escuchado nada sobre los moas, espero que lo consigan. Siempre y cuando que tras gastar el dineral volvamos a aniquilarlas.

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