jueves, 9 de mayo de 2013

REAL DOLLS

Según Schelling, lo siniestro (Unheimliche) es "aquello que debería estar oculto y ha salido a la luz". En 1906, Ernst Jentsch, en su obra Zur Psychologie des Umheimliche, definía lo siniestro como algo inusual e inesperado, algo capaz de provocar "incertidumbre intelectual" y que resulta "imposible comprender". Catorce años más tarde, el mismísimo Sigmund Freud dedicaría un pequeño opúsculo a este peculiar sentimiento, inquietante y lúgubre, en donde sigue en parte las tesis de Jentsch y perora como en él es habitual de temores de castración y horribles pies que bailan solos. Añadiendo, eso sí, un apunte: que lo siniestro puede venir de algo que nos es familiar pero que ha sufrido algún tipo de inusual descolocamiento que lo convierte en difícil de contemplar.
 
Se preguntarán a cuento de qué viene semejante amasijo de pedantería. He aquí la razón:
 
¿Mande?

 
Les presentamos a las real dolls, muñecas hinchables 2.0 para ricachones enfermos que se parecen más de lo que deberían a las personas de verdad... y cada vez se parecen más. Son el ejemplo paradigmático de Unheimliche si queréis explicar el concepto a alguien durante una cena, porque dan mucho miedo y asco. Aunque actualmente hay modelos chinos baratos disponibles para bolsillos menos desahogados, los ejemplares más perfeccionados se los debemos al Pigmalión psicotrónico y verdadero padre de estas cosas de silicona, el  cantante de heavy metal y actual diseñador y distribuidor de las auténticas real dolls, el señor Matt McMullen. McMullen tiene una banda llamada Chaotic Order, con base en San Diego, California, y allí se alza también el emporio de lo que él llama "maniquíes perfecccionados para el disfrute sexual masturbatorio":
 
McMullen y su ejército de cosas-parecidas-a-chicas

 
Un buen día de mediados de la década de 1990 Matt comenzó a hacer maniquíes de tamaño natural para "divertirse". Como buen emprendedor, pronto comprendió que su sueño de crear muñecas hinchables realistas podría tener una buena salida entre los consumidores de muñecas hinchables con mejor gusto (haberlos haylos). Lo cierto es que a estas alturas su negocio marcha viento en popa. Echad un vistazo al sitio oficial de la compañía para comprobar hasta qué extremos alucinantes ha llegado la visión de este señor: conoceréis lo siniestro de primera mano.
 
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McMullen comenzó con muñecas de látex, pero el resultado no era satisfactorio, ya que según él "no parecían reales". Por eso pasó a la silicona, un polímero mucho más caro pero que en su experta opinión imita mejor la tersa piel de los supermodelos de ojos vacíos y expresión de alegría lujuriosa congelada que construye. Las muñecas realistas japonesas adolecen a su parecer precisamente de estar hechas de un material tan poco cool como el látex: "se pueden meter en una maleta", se queja. De hecho, MacMullen parece considerarse a sí mismo más un artista que un hombre de negocios: el hecho de que venda maniquíes para propósitos sexuales no parece afectarle lo más mínimo, e incluso saca a colación el extraño caso del pintor austriaco Oskar Kokoschka. Por lo visto este señor mantuvo una relación con Alma Mahler mientras ésta estaba casada con el compositor Gustav, y cuando rompieron encargó al sastre de Alma que le fabricara una muñeca lo más realista posible de su adorada. Y llegó a pintar autorretratos con la susodicha muñeca:
 
Autorretrato con muñeca, de Oskar Kokoschka
Fuente: FULVA LUX
McMullen no para: siempre está imaginando y desarrollando nuevos perfeccionamientos para sus muñecas. Por ejemplo, inserta capas de un gel especial patentado en los senos para que parezcan más reales, y considera la opción de añadir un sistema electrónico de infrarrojos que permita a la muñeca reconocer a su "pareja" cuando entre en la habitación y hablar con él, para decir cosas como: "Hola, amor mío" o quizá "Voy a matarte con los rayos láser de mis ojos y luego me uniré a mis hermanas para conquistar la Tierra". Lo que ya ha patentado es un dispositivo con una CPU que monitoriza la penetración y activa una grabadora que hace que la muñeca emita gemiditos orgásmicos. Como las típicas muñequitas parlanchinas, pero en guarro. Y he aquí, amigos, cómo progresa la Humanidad.
 
Casi diariamente, la página web de RealDoll (marca registrada) tiene que filtrar los correos de locos de la robótica que mandan diseños estrafalarios de replicantes personalizados y agrias amenazas por parte de colectivos femenistas. Según McMullen, algunas feministas piensan que el objetivo de su empresa es suplantar a las mujeres por estos monigotes de silicona, pero se defiende: "No decimos que estas muñecas sean sustitutos, sino alternativas. Es mejor que usar la mano, eso seguro. Si no tienes mucha imaginación y te cuesta imaginarte a una chica, con la muñeca puedes mirar y ahí está la chica. No hace mucho, pero ahí está".
 
Control de calidad
 
Si pagas un generoso extra, McMullen y su equipo pueden hacerte una muñeca personalizada (o un muñeco). Me estoy pensando encargarle una María Dolores de Cospedal Deluxe, sí señor. Con cuernos en la cabeza y colmillos...
 
Las declaraciones de McMullen están extraídas del libro La nueva cultura del apocalipsis de Adam Parfrey.


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